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Las 5 llagas del Señor Sábado-Domingo 19-20 Febr. 1994: GUAR– DIA DE NOCHE EN EL ALBERGUE L as Hermanas Terciarias Capuchinas del «Albergue Covadonga» tienen su pequeño «San Damián» (donde vivió Sta. Clara de Asís), su acogedora «Porciúncula» (la iglesita de San Francisco de Asís), su Capilla. La tienen en la buardilla del Albergue, como un bendito palomar. Ellas han tenido la genial idea de comenzar la casa y luego cada día «por el tejado». Que es como Dios construye «su casa». Y en vano nos afanamos los "albañiles» tratando de levantar nuestra Iglesia con nuestros «planos-planes», con nuestras «cuentas-cuentos», con nuestros «ritos-rizos» ... Es El o nadie y con El, todos... Ahí en esa franciscanísima capilla, tan a gusto de Dios y de las Hermanas, tienen sus encuentros con El. Y ahí es donde los Sábados por la tarde El nos reune y se nos reune en Eucaristía. Y hacemos oración-escucha de la Palabra, diálogo-reflexión, ofrenda y comunión, llamada y envío... Si Dios se nos da en comida, nosotros tendremos que hacernos «comestibles» a los demás... Abajo en el patio van llegando los alberguistas para la cena, para esa otra «cena del Señor» que necesitan y compartimos. Ellos como cada tarde vienen de recogida con su personal viacrucis en el alma, con su cruz sobre sus vidas. Y Dios se hace presente entre ellos. Es su otra eucaristía del amor y el compartir, «su otra misa» del pueblo peregrino. Y al cenar con ellos, siento que Jesús me recupera, me incorpora como al Pedro sucio de polvos de camino el cuerpo entero en aquella noche suya. ¡Qué noche aquella! ¿ Y estas cenas? Seguro que a estas gentes las diría «no necesitáis lavaros» vuestros caminos son de bautismo, sólo los pies del camino de la amargura, sólo del dolor humano desesperanzado de andar y andar. Sólo los pies de la trilla y de la tralla. Sólo los abrojos y el cansancio... Sólo las 3 caídas... Bueno, a las 6'15 de la tarde inicio la ruta al Albergue, conocida ya por corazón. Camino contento con esa musiquilla quinceañera «Yo tengo un gozo en el alma... y en mi ser... es como un río de agua viva... ama a tu hermano y alaba a tu Señor» .. . A Francisco de Asís le hubieran brotado en grito por monte Albernia. Francisco no era de esos santurrones, que van por la vida con un secretario de boca abierta a ver 339

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