BCCCAP00000000000000000000555

P. Eusebio Villanueva de equipaje... Pero lo interesante es el camino, el viaje ... Lo que pasa es que con frecuencia nosotros echamos los restos en el equipaje, en los preparativos... Pero eso de la «penitencia... ¿a qué? ... eso es sadismo... sufrir por sufrir... Permíteme que te ponga 3 ejemplos de la vida cotidiana, para alcanzar claridad ... Cuando un jardinero endereza un arbolito, que se desvía de su línea de crecimiento, lo violenta, lo mortifica, lo contraría, en la dirección justa en que debe crecer y dar mejor y más fruto. Cuando los padres resisten a su hijo, que se desvía hacia fantasías, que impedirán la buena formación y éxito de su vida, le mortifican y contrarian y entran en conflicto. Pero sólo así será un hombre o una mujer cabal que dé su fruto. Cuando un médico exige de su paciente, que siga un régimen mortificante, es para recrearle una salud perdida, una buena sanación para que pueda de nuevo asumir sus responsabilidades y dar su fruto. Dios actúa también con esta pedagogía humana, hacia nosotros. Desea que demos frutos, calidad y abundancia de frutos; que no seamos algo estéril, como un fracaso de Dios. Nos lo ha dicho y lo recordamos en la Liturgia de este día: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en Mí y Yo en él, ese producirá fruto en abundancia, pues fuera de Mí no podéis hacer nada» (Jn.15,5 s.) Pero para que el hombre pueda producir fruto en abundancia, tiene que ser liberado de todo aquello que lo obstaculice. Por eso Jesús completaba: «Todo sarmiento que no produce fruto, lo corta; y todo sarmiento que produce fruto, lo poda, para que de más fruto todavía». (Jn. 15, 1-2). Es un servicio a la vida y a las fuerzas de la vida. Es una jerarquización de valores en nuestra vida. Es actitud de vida, no de muerte; de vivificación, no de mortificación. En el Albergue es un día carretero. El hoy sigue al ayer sin variantes aparentes, como el invierno al otoño y así a la primavera... Aquí las gentes escuchan en silencio y por lo común no hacen preguntas. ¿Para qué? En estos momentos en que no pasa nada y se sabe que está pasando todo. Para el alberguista el mañana tiene dos preguntas: dónde comer y dónde dormir... El resto cae por añadidura... ¿La vida social? Pasan. ¿Lo religioso... ? Pasan. O pequeños restos no inquietan- tes. ¿La familia? Pasan de ellos. ¿Los «otros»? Pasan de ellos todo lo que pueden. Viven al día: hoy, aquí y ahora... Usar y tirar y olvidar. Es una respuesta, su res– puesta, a la respuesta que les han dado a ellos desde esos horizontes... Su elemental experiencia tan zurrada y ardida es: a mal tiempo buena cara o lo que te apetezca, y a las hambres lo que Dios socorra... Son como anacoretas abandonados y olvidados, que se duelen como hombres por las desdichas de esta tierra y de sus vidas. El Miércoles de Ceniza no les dice nada, absolutamente nada, porque ellos están más allá. «Basura soy y en basura me convertiré» ... Así me contestó uno esta mañana cuando le recordé la infancia del «polvo eres y en polvo te convertirás». ¿Ayuno? «Yo he llegado a comer Yerbas pedreras» ... Ahora ya no... ¿La religión? - «Un cuento para educar a los niños y poco más... » Incluso lo dice en voz alta, para estar seguro de pensarlo de verdad. - «Dios tendría que ser otra cosa... ustedes los curas son fúnebres» ... Yo pensaba después en el pueblo español; se han injertado costumbres, ritos... de tal modo que ya no sabemos qué es natural y qué es cultural. Sólo la Fe es clara en esto. ¿Cómo lograr darla una vivencia más positiva, más evangélica, que nos 334

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz