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Las 5 llagas del Señor Y las «cenizas» de la violencia, atentados, guerras, masacre de poblaciones enteras... Genocidios cometidos, contra los judíos, en Camboya, en Bosnia... la pobreza extrema en tantas regiones, la malnutrición y el hambre, las sequías... ¡Cuántas y cuántas «cenizas» humanas! ¿De qué se escandaliza el hombre moderno porque la Iglesia nos haga tomar conciencia de la «ceniza»? Somos hipócritas y superfluos... ¿Y entorno nuestro?: millones de gentes, que ven convertirse en «cenizas» sus medios de existencia: quiebras económicas, concentración o cierre de empresas, despidos y «paro» laboral. .. son cenizas de la vida cotidiana... El presente y el futuro, las seguridades y esperanzas, hechas «ceniza» ... Y más profundamente las cenizas del corazón y de la Fe... La pérdida de seres queridos, la desunión-divorcio del amor, la destrucción del hogar, los hijos privados de sus padres como tales, la incomprensión entre generaciones... el racismo, la xenofobia, la intolerancia, el fanatismo, el integrismo rabioso... La tortura, las «desapariciones» ... Cenizas, «cenizas» en el corazón y en la vida... Y lágrimas, todas las lágrimas del corazón ... ¿Es necesario añadir hoy más cenizas a tantas cenizas como acumula el año? Las «cenizas» no son resultado de un caprichoso azar. Lo sabemos bien todos. Las cenizas extendidas sobre toda la tierra, somos nosotros los que en parte las hemos producido y acumulado. Recibir hoy la «ceniza» voluntariamente es RECONOCER nuestra parte de responsabilidad en la acumulación de miserias, de dolores y desesperanzas. Y HOY «nos» decimos y decimos a los demás, «con este gesto de la imposición de la ceniza», que somos «culpables» de toda esa otra «ceniza» que cae sobre nuestras cabezas... Y no hay que confundir un terremoto con los desastres provocados por la injusticia, el odio y la avaricia y todas las otras perversidades-pecados que nos habitan... Con esta nuestra «ceniza del Miércoles» sumada a toda esa inmensa «ceniza» acumulada, queremos reconocer nuestra culpa, confesar nuestra falta, nuestra participación al mal, nuestra responsabilidad «personal» en ese desorden gene– ral... Celebrando juntos este gesto, este signo, del Miércoles de Ceniza, y esta penitencia, «celebramos» la solidaridad que nos une los unos a los otros, tanto en el mal como en el bien. Nuestros actos, nuestras tomas de posición, nuestros silencios, contribuyen a destruir o a construir en la vida de todos. Por eso es este un gesto a celebrar juntos. Solidarios y cómplices. Cristo mismo se «asocia» a nosotros. Y nos llama en la vida a reconstruir nuestra «Jerusalem» personal. .. a Resucitar... Además hoy el rito lo vivimos también y sobre todo en un sentido positivo. Nuestro origen no es el polvo ni nuestro destino la «ceniza» ... Venimos de Dios y vamos a Dios. No somos polvo sino imagen de Dios y «crías» de Dios, sus «hijos». La temporalidad es un modo concreto de ser hombre, que pasa y se transforma. Por eso la Cuaresma es conversión (volver rostro a rostro de Dios y de los otros), es creer en la Noticia de Jesús, es resurgir, es renacer y es compartir Proyecta hacia adelante. Nos hace redescubrir la vida y colorear de ecologismo el Universo entero. El aspecto penitencial es sólo una actitud-condición para caminar ligeros 333

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