BCCCAP00000000000000000000555

etapa, de misión cumplida, de vida ofrecida y ya entregada, de ya está todo cumplido. La enfermedad la ha roto la vida. Yo se la recomiendo al Padre en su perdón sacramental. El Dios de los ojos contemplativos ha reposado en ella su mirada. Ese Dios que no se va nunca de dentro de uno. Y que ahora parece asomarse ¿reflejarse? en esos ojos grandes, dulces, de madre, que su hija cierra con cariño para el descanso eterno... Continuo las visitas y preparación de los que van a comulgar. Y a las 7 h. de la tarde celebro la Misa en la Capilla, abriendo los brazos en oración por los fallecidos en la jornada, por los enfermos y el servicio de la salud. A las 12'15 me llaman para la 111-C. Una señora, 71 años, que agota su vida entre los dolores de artrosis y otras graves complicaciones. Desde hace 5 años ella es un dolor que sobrevive en un sillón de ruedas, inútil de pies y manos. La voz la suena como tosida. Respira despacio y desespera llegar jamás... Plenamente consciente recibe los sacramentos y demás viáticos de «viaje» ... Me apena lo disminuida que está, casi en el borde de la exitencia. Ya casi sin presencia. Es de esas personas a las que ya nadie echa de menos en la calle o en la escalera del inmueble. Llamamos vivir a que nos vean vivir. Al morir ella ¿esta noche?, ¿mañana?, parecerá que nada falta en el mundo... Y ciertamente a Dios no le faltará. Porque los días son mutua presencia... Conforto a sus familiares y a ella que me ruega siga junto a sus momentos difíciles... Y... ¡adiós!. .. a Dios... ¡A la paz de Dios!, con la bendición de San Francisco que la entrega en una gran cruz sobre tanto y tan largo dolor... Entre las luces del nuevo día, a las 7'30 de la mañana, me llega otra llamada. En la 315-A una señora de 78 años nos deja mientras la administro los sacramentos y la oración de despedida y de «encuentro». Es un cuerpo delgadísimo, de carnes transcurridas, escueta, lo necesario imprescindible para cumplir su tarea de vivir. Ella sola. Dejada ya a sí misma por la medicina impotente para más, en muerte digna, Dios solito sí alcanza. Santa Unción y demás oraciones y bendición ... Nadie está a verla, encomendada a los servicios que la ofrece el hospital. .. La muerte no se reparte como una herencia o unos bienes. Y muchos no andan en busca de tristezas... También esto es en la vida... y el término de este afanoso caminar humano.. . 331

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz