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Las 5 llagas del Señor Y esta es la tarea de los «LAICOS», de los cristianos en medio de las realidades temporales y eternas. Ser LUZ, ser SAL, ser LEVADURA-fermento... Y el profeta lsaías nos envía a gestos concretos: «Comparte tu pan con aquel que tiene hambre, recibe en tu casa al que está sin techo, viste al que está sin vestidos» ... El pan, la casa, el vestido, siendo de primera necesidad acude al amor fraterno. ¿Quiénes son los más pobres entre nosotros hoy? ¿Dónde están? Nuestro «entre nosotros» adquiere dimensiones enormes. E lsaías no queda ahí solamente, él va más lejos aún: «Haz desaparecer de tu país el yugo, el gesto amenazante, la palabra dañina». Dicho de otra manera; la opresión, la violencia, la agresividad, toda clase de mecanismos que reducen al hombre a un estado infrahumano y le privan de pan, de casa y de vestido, deben ser destruidos... «Entonces -dice el profeta- tu luz se levantará en medio de las tinieblas ... y brillará como la aurora. La gloria del Señor te acompañará. Si tú llamas, si tú gritas a El, El dirá: ¡Heme aquí!» ... Hoy estamos aplastados por la complejidad de los mecanismos que engendran «paro», soledad, marginación, hambre, injusticias y falta de liberación. En la medida en que luchamos contra ellas una luz se va haciendo, y vemos a Dios de otra manera en la historia de nuestro vivir. En el Apostolado de los Laicos, los movimientos ponen el acento en la espiritualidad, otros sobre lo caritativo-asistencial, otros en el «compromiso» en el mundo. Todo eso es más que complementario. Cada uno en su misión específica, tiene necesidad de los otros para poder «existir» plenamente. Nadie puede encerrase en «su» misión propia, ignorando las de los otros. Todos juntos y cada uno personalmente, viviendo de la Fe, de la Justicia y del Amor fraternal damos a la Iglesia esa suerte de ser una Esperanza y una Luz para este nuestro mundo de hoy... Como siempre en los Módulos la asistencia a la Eucaristía ha sido libre y decidido por ellos. Y hemos dedicado tiempo a escuchar, dialogar, encargos... etc... Y uno recuerda aquella canción tan cantada hace unos años: «Con vosotros está / y no le conocéis. / Con vosotros está, / su nombre es «El Señor». / Su nombre es El Señor y está en la cárcel, está en la soledad de cada preso, y nadie lo visita y hasta dicen: «Tal vez este no era de los nuestros». Su nombre es El Señor: el que sed tiene, quien pide por la boca del hambriento, está preso, está enfermo, está desnudo, pero El nos va a juzgar por todo eso.» Sí, es también aquí el Día del Señor. No tanto porque los internos se acuerden del Señor, sino porque El se acuerda de ellos. Dios es: un «Dios-con-nosotros». Y habita la prisión como los condenados: como desplomándose de Sí mismo. 329

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