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Las 5 llagas del Señor hemos hecho revisión de vida y de fe y de motivaciones. La Misa aquí, en la cárcel yen el hospital, me sabe a más. El Espíritu sabe edificar sin derribar con la otra mano. Con los «santos», ya se sabe, podemos hacernos un calendario, pero no un credo, un credo de vida... Yo me entiendo. En el cielo de la ciudad estallan multicolores los cohetes de la fiesta del Carnaval. El carnaval que envuelve, como un caramelo, los gozos y sufrimientos del pueblo. Un pueblo que, en estos días se hace fantasioso, musicalero y festivo, que se desfoga en todo lo que sea follón y patachún discotequero. Haciendo, eso sí, cálculos mentales sobre el contenido de su billetera y el sonante de su bolsillo. Que los tiempos vienen mal dados por «les Asturies» ... Y no se puede hacer, de todo el año, ni con frecuencia, el « ANDROXU», ni el disfraz ni la juerga... Más bien habrá que olvidar el «entierro de la sardina» y volver a la pesca de ese pescado fisóstomo para el menú laboral. El carnaval tiene su lado bueno y festivo, su lado de fantasía y jolgorio. Sobre todo en el mundo infantil y en la muchachada gamberrita. Para los más crecidos en años tiene también su razón de desaguadero de lo instintivo y primario que nos duerme dentro acogido y recogido, en las buenas formas sociales y en el miedo al ridículo. Por eso estos días están tocados del absurdo. La mucha algarabía esconde siempre su cosecha de infelicidad cotidiana. Hasta se pretende exorcizar la muerte vistiéndola de carnaval. Que también tiene su secreto pudor. El pudor personal de la máscara. «Persona» significa máscara. Y como tal entró en el lenguaje del teatro y de la novela. Y sólo con máscaras, en el carnaval o en la literatura, los hombres se atreven a decir sus tremendas verdades últimas. La persona es el personaje representado no el actor. Y en medio de estos días «patasarriba» la Iglesia cruza un recuerdo estridente y grave: «acuérdate hombre que todo nacido es un sentenciado a muerte». No es afán de aguafiestas. Es buscar el equilibrio sensato que hay que buscar en esta aventura gloriosa que es el vivir. La vida del Albergue ha seguido su curso habitual. La vida social afecta muy superficialmente, muy tangencialmente el comportamiento del alberguista. Les falta alegría interior. La vida diaria no les permite fantasías ni en quinielas, ni en juergas discotequeras, ni en romerías ... Su vida se reduce a cómo comer y dormir caliente y los gastos que entretengan el día: fumar y beber. Y no queda margen para la añadidura. Por eso como todos los días se presentan para las 8'30 de la noche para entrar al comedor a calentar la panza. Cena caliente y abundante, eso sí. Y luego la piltra o la tele. A las 10'30 se reintegra el señor que está preparando su casita para largarse del Albergue y hacer su travesía en solitario. El tiempo con frecuencia niega los afectos y las amistades. El teléfono suena en varias llamadas. Primero desde el hospital de Cabueñes y luego desde la Policía Municipal. Pero es el mismo problema a solucionar: un señor inválido en carrito de ruedas que tiene que dejar el hospital y a esas horas 12'30 de la noche su Pensión está cerrada y no tiene dónde pasar la noche. A las 12'50 llega la policía que transporta carroza y caballero. Le damos toda la acogida y servicio cordiales y iBuenas noches! A las 2 h. de la mañana es un joven el que se presenta. Perdió el ALSAy «a dedo» no le coge nadie en carretera... Se entretuvo con la moza y ahora está en la calle. 325
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