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Las 5 llagas del Señor lico. Sumándose a la flotilla de «buenas personas», que navega sin rumbo esperando tiempos mejores y pidiendo relevos de buhos parlamentarios y alternativas de gobier– no que lo arreglen. Sin arrimar su «sardina» al ascua del compartir. Y como el río es la colección de los arroyos y riberas preexistentes, el Gobierno pide austeridad y apretarse el cinto. Ellos llevan tirantes... La Iglesia, como ante todo asunto humano, reacciona primero en forma doctrinal. .. El Pueblo, que tiene el olfato vivo, la desconfianza perenne y las vivencias dolori– das, ya no se fía ni de discursos, ni de pastorales, ni de tecnócratas en tecnicolor. Escandalizado de la corrupción de los gobernantes en activo o en alternancia. Harto de tantos capitalistas rascapieles. Indiferentes ante colectivos eclesiales y empresa– riales atentos a regalias, estímulos a la contratación, y franquicias, que se lavan su absentismo y egoismo en la jofaina de Pilatos... después de hacer pronunciamientos seráficos... Que a veces huelen a vino de honor con pinchitos y a último cirio apagado. Desde luego que mucha, pero muchísima gente, en el paro o no, eventuales o si, están contra muchas de las últimas leyes laborales. Hechas por unos pocos para sufrirlas unos muchos... - ¡Oiga, oiga! Pare el carro. Las leyes hay que cumplirlas... ¡Hasta ahí podíamos llegar!.. Y no olvide que el hombre es el inventor de sus desdi– chas... - Sí, señor, si. Hay que cumplir la ley. La ley en su magestuosa y sacrosanta igualdad... Que prohibe tanto al rico como al pobre dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y robar para comer... Ante posturas de sumirse o sumarse, prefiero: estar en contra. Compartir hasta donde pueda el pan y la sal, la «memoria» y la fe, el servicio y la presencia, como en los tiempos en que la «comunión» era el aliento de los que creían. Procuro no conocer el sufrimiento del mundo a través de los discursos políticos o las pastorales... La grandeza de un oficio en estos tiempos quizá sea, ante todo, unir a los hombres en un mutuo servicio. He hablado varias veces ya con un joven «adicto». Un tipo delgado, dolicocéfalo, con zonas de pelo-espino en los temporales y en el occipucio y con unos ojos que miran frío y un rostro de tedios generalizados. Me cuenta que ya ha intentado varias veces hacer terapia de desintoxicación y se ha echado para atrás. No tiene voluntad de desengancharse. Y ha terminado haciendo de su vida una total y sagaz mentira para vivir-morir en la droga. Su familia le ha abandonado por imposible. El sigue «chutándose» ... Hemos hablado de droga, de la autodestrucción llevándose todo por delante, del aún es hora pero sin tiempo que perder... No quiere volver a pisar un Centro de esos. El parece ahogado en el punto solar de su droga imprescindible... En su autodefensa me contesta con la poca modestia y la mucha razón que podía juntar: - Bien, cura, te hago caso y me «desengancho» ... y luego ¿qué? Estoy sin trabajo y con malos informes: ¿dónde me dan un trabajo? Y sin trabajo muy pronto vuelvo a caer... y ya no me para ni tu Dios... ¿Comprendes? No desea ofrecer de sí mismo su peor «versión». Y yo pienso en la necesaria pelea por la dignidad humana. Y que a las virtudes han de amarse más de lo que se teme a los vicios... Difícil la vida de tantos marginados para quienes nada es normal o anormal, porque todo lo ven arbitrario.... Y hay abismos que sobrecogen hasta en la fe... 321
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