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P. Eusebio Villanueva Viernes: 24 Sept. 1993: ALBERGUE e uando llego al Albergue el sol hace presentir sus orgullos... La ciudad, como las mujeres, no tienen su mejor momento al despertar. Amanece desmelenada y perezosa. Las gentes caminan mohinas y a contragana a sus trabajos. Yo camino hablando sólo para mi, en diálogo con mis adentros... Aquel que no habla a solas consigo mismo, será incapaz de hablar verdaderamente con los otros. El colectivo del Albergue comienza sensiblemente a espesarse. Se suma a ojos vista. Algunos transeuntes, algunos alberguistas, que en el verano se acoge a casas en ruina, deshabitadas de la ciudad, comienzan a buscar mejor puerto. El tiempo llegará a bajar el termómetro y a cargarse de humedad empujando al Albergue. - ¿Las Hermanas? ¡Buenas como un Mesías! Acogen, echan una mano cuando te ves más perdido... Te lo dicen los albergados y redondean el mundo en un ademán... Hay techo, calor, seguridad, comida caliente -aunque sin lujos pero nutritiva-, y cama limpia. Fuera la noche es larga, inhóspita e insegura. Alguno sigue dormido a la hora de la limpieza. Se ha saltado el reglamento, apurando los minutos y el gozo de haber encontrado caliente reposo. Prefieren el sueño y la cama cómoda largos, al colacao del desayuno. Los de la limpieza van poniendo en pie a los rezagados. Unos rumanos, con el estómago ya sosegado y caliente, se van pronto y sin adioses. Hay que «pedir» a la puerta de las iglesias otra clase de pan, y andar, andar. Otros, ante la promesa de un día largo y un cielo de bonanza, prefieren fumar los primeros cigarrillos y hablar. Esperar que el ambiente se torne más concurrido y acogedor por los bares. Y fumar.. .fumar.. .fumar. Todos los días encuentro los ceniceros de la TV desbordados en su enorme cosecha de colillas. Son las horas de la tarde-noche ante el televisor con su consumismo publicitario frustrante ante sus pobrezas. Insultante en sus concursos millonarios de dinero bobo y fácil. Y se sienten sociedad y pueblo aparte, distinto y distante, preteridos, olvidados como siempre y como en todo. Vino, tabaco, comida y cama: las cosas necesarias para el diario vivir del pobre. Hablo con una Hermana del ambiente, de estos dos mundos: el que ven y en el 32

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