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Las 5 llagas del Señor Lunes. 31 Enero 1994: EN S on las 7'30 de un día que va a ser frío por los extremos y caliente en el centro. Cielos despejados con luna grande, nueva, y estrellas lavadas y puestas a secar y lucir... El mar se flagela contra los acantilados... Los tejados blancos por la escarcha y las aceras brillantes del relente. La ciudad se despereza como un gato, que sale de la noche, y que arqueando el lomo, se dispone a cruzar la raya entre la oscuridad y la luz, dejando de ser pardo... En la oración matutina uno se entiende en directo con Dios; que para las cosas del alma cuantos menos intermediarios más claridad. Y sin perturbar los ritos ... Me voy al encuentro del Bus, como los cangrejillos de fuga ladeada, y salirme de la ciudad, hacia el Hospital de Cabueñes. Y atrás va quedando esa humanidad sin atractivos, envuelta en su despertar con despertador, en esa hora temprana de quehaceres insignificantes pero indispensables, de malestares gástricos y hambres indefinidas... A estas horas los autobuses gorgean de adolescentes cargados de libros y carpetas camino del matadero juvenil. .. Son los hijos de la palabra y de la imagen. Gastando al gritarlo lo que les queda aún de adolescencia... Como niños en la playa recogiendo los tesoros de la noche: estrellas, caracolas, maderos pulidos... el saber... El Hospital va tragando los relevos del amanecer. Como si fortaleciese su propio destino con los ajenos. Todo el mundo llega con prisas y premuras... Dentro todos llevamos escondido en una célula, ahora minúscula, el cáncer del tiempo, aculados contra la verja del pasado. Un pasado que no volverá. Porque en la vida como en la Historia no se inventó la marcha-atrás. Otros muchos esperan en sus camas hospitalarias, como pájaros viejos y bastan– te desvividos. Haciendo ganas de vivir para no irse a partes iguales, mitad de soledad y la otra mitad de cansancio de vivir. ¿Será que las muertes ajenas alargan nuestras vidas?. Porque donde unos se van otros reviven, sobreviven, en misterioso sorteo de oportunidades... Es la vida quien alimenta la muerte. Es la muerte quien nutre la vida. Uno procura, para el gasto diario, proveerse de esa rara y benditasea tendencia a ver el lado bueno de las cosas... Y ver la vida despacio, como hay que verla. Sin 311

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