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P. Eusebio Villanueva de cielo y sus aires de monte de los eucaliptus... Pero fuera de la prisión es el cielo y su sol lo que se recibe en propiedad común y privada... Es la gama de verdes de sus campos, laderas y cimas. Son sus caseríos y pueblecillos... Y la meditación va y viene desde el Antiguo Testamento hasta los caminos recorridos por el «hijo pródigo» ... Y este intramundo de la prisión, tan ajeno a la vida real, a la carne y a la sangre de la calle, a las luchas y esperanzas de la calle, a las penas y trabajos de la calle, es lugar de resentimiento social. .. Me da miedo esta sociedad que divide a los hombres en buenos y malos. Los buenos serían los de fuera y los malos están dentro. Así la sociedad se siente justa y tranquila... Pero sólo me interesa sembrar un poco de amor a punta de alma para ayudar a hacer otra transferencia al porvenir. .. Tiene que haber otra manera de pensar, sin destruir la persona; reparar sin «eliminar» al reo; reinsertarse sin llenar de prejuicios la sociedad; aislar de la convivencia a quienes no puedan o no quieran, sin deshumanizar su existencia... Tiene que haber y si no habría que crearlo. No dije nada. Pero miré tan, pero tan, fuerte a la prisión que pensé que es mucho lo que manda este mundo, pero más fuerte pisa Dios... El coche cogió su ruta y su rutina... 310

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