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Las 5 llagas del Señor aterradora: prójimo, próximo, demasiado cercano, en perpetua exhibición... Sólo la fe, sólo el Espíritu se posesiona de uno y puede dejarlo abierto a las visitaciones, a las comunicaciones, al servir y apreciar al otro... Si lográramos transmitir esta fe humilde y esta valoración de los otros a estos hermanos tan distantes por dentro y tan cordiales por fuera casi siempre... Al menos es una puerta abierta sobre ellos y por la que queremos transitar en nombre del Jesús detenido-juzgado-sentenciado... por todos... En total visitamos entre todos: Enfermería y los Módulos: 1,2,4 y el de las mujeres. El Grupo trabaja activamente para conseguir un piso de acogida para las salidas o permisos. Nos urge sobre todo por las extranjeras, que no pueden disfrutar de estos derechos que otorga la ley... Se lleva mucho camino recorrido y pronto será una realidad. A la 1 h. del medio día sobrepasada largamente regresamos para Gijón ... Es curioso que entre «solidario» (que es lo que intentamos ser) y «solitario» (que es lo que los reclusos son) no hay más diferencia que una «t» por una «d». Por tanto no debe ser tan difícil armonizarlos. De hecho siempre somos bien acogidos... Es como un aire fresco que llega del exterior, como ellos dicen «de fuera». Y es ocasión de hacer una reflexión seria que nos ayude a todos... Y más que a «cuántos» nos importa el a «quiénes» ... Como nunca se debe golpear el hierro -y aquí hay mucho hierro- antes de estar caliente, es preciso orar en el Señor de toda liberación. Me gustaría transcribir aquí algunas reflexiones de los Obispos de Bilbao en su Carta Pastoral de Enero de 1991: «El 70 % de los presos estima que su paso por la caree!, lejos de apartarles de su camino anterior, les ha introducido en los circuitos de la conducta delictiva....El desarraigo de sus familias y el temor angustiado de perder su afecto, el aislamiento de la sociedad, la privación de la libertad, el sentimiento de soledad, las condiciones irregulares para el ejercicio de su vida sexual y afectiva, el ambiente frecuentemente deprimido y selvático de las relaciones humanas dentro de la cárcel, la lentitud exasperante de la justicia, la tasa de ansiedad previa a la sentencia y la desespe– ración posterior... pueden resultar en la práctica factores envilecedores... No tratamos en absoluto de negar la responsabilidad personal de muchos presos. Exculparles constituiría un triste servicio a la sociedad y a los mismos reclusos. No compartimos la tesis según la cual un delincuente es puro producto de circunstan– cias sociales adversas. Pero sí abogamos por una distribución más equitativa de las responsabilidades. La sociedad a la que pertenecemos y, en su debida proporción, cada uno de los grupos sociales que la componemos, es responsable en una medida nada desdeñable. El fracaso vital de esta porción de la sociedad que constituye la población penitenciaria es también un fracaso social y, por tanto, nuestro. Los presos son un síntoma social que delata el profundo desajuste de una comunidad humana que invierte en el control de la sociedad el doble del dinero público que dedica a la promoción social de los desfavorecidos... El preso es, en cualquier condición, persona humana; en consecuencia se le debe siempre un respeto a su dignidad» ... Es honesta esta palabra de nuestra Iglesia, que quiere estar presente... A la salida nos quedamos contemplando el enorme paisaje que desde esta colina se contempla ladera abajo y monte arriba... Aquí dentro se respira un cacho 309

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