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Las 5 llagas del Señor El gobierno se da «su lugar»: convertirse en un elefante elegante y relevante .. . Los sindicatos quieren bajarnos del cocotero, para ofrecernos sus plátanos.. . ¡Entren, entren!. .. Aquí no cuesta nada mirar... Y el pobre pueblo currante, dificul– toso de entendederas políticas, flaco de sueldo y jodido desde nacimiento, pues a ver qué pasa... Y mientras... todo millonario, altofuncionario o no; y... todo altofuncionario, millonario o sí: pensando cómo multiplicar sus millones, incluso por medios legales... La Iglesia docente con mente de varios carriles: en uno de ellos explica las razones de la Huelga-27; en el otro no tienen intención ni propósito de sumarse a la Huelga en la calle; y en tercero no tolera parecidos gestos en su estructura... ya digitadas y planificadas desde arriba... ¿Y la «santa masa» y el «santo pueblo»?. Según unos pues Sí, la Huelga-27; según otros, eso es añadir leña-aceite-y fuego al fuego... Depende, señores, del canal de TV que miren ustedes estas noches y los titulares de periódico que desayunen ... Las mentiras machacantes día y noche... se vuelven «verdades». Y las verda– des roídas noche y día se tornan medias verdades y enteras mentiras... Yo pregunto: ¿quién nos mutila? Porque nos están quitando las conquistas sociales, consegui– das en el pasado con sangre, sudor y lágrimas... reales, no metafóricos... En fin, impondrán el «orden» donde fuera y a como de lugar. Y el ciudadano saldrá cada mañana a ver qué... en los medios de comunicación. En tiempos de tanta crisis todo el mundo quiere ver «salidas» ... No le cabe en los ojos al hombre de hoy todo lo que quiere ver y, sobre todo, aquello que necesita y desea ver ya... Ver bien, ver claro y ver feliz... Todo esto me recuerda la parábola de la niña que deseaba ver: « En aquel tiempo una niña quería ver. Solo que la muchedumbre, que era densa, la apretaba por todas partes. Y, como era pequeñita, no veía mas que rodillas patizambas, la orla de las faldas, y los pantalones frecuentemente arrugados... Entonces la niña suplicaba a su madre diciéndola: -«Mamá, súbeme a tus brazos, para que yo vea». Su madre escucha su petición y la aupa tan alto en sus brazos que la niña la sobrepasaba más de una cabeza... Pero el sol era violento como la vida, deslum– braba. Y a pesar de que la niña quería ver, no veía más que polvareda de luz con objetos vagos y grises... Dirigiéndose una vez más a su madre, la dice: - «Mamá, yo sigo sin ver. Dame mi gorra, ya sabes, la gorra con la larga visera» ... Se la dió la madre. Sobre sus ojos la visera projectaba una sombra amical donde se realizaba el cariño de los ojos y de la luz. Entonces de tanto ver y ver tan bien, la niña comenzó a reir. Y decía: - «Mira, mamá, esa señora con su extraño sombrero. Mira, mamá, ese señor viejo, cómo está de cansado. Mira, mamá, todas esas gentes que van y vienen, ¿dónde van, tu sabes?». Y la madre apretaba entre sus brazos a su niña que le hacía ver mejor. Y la niña parloteaba de placer en un mundo donde ella veía claro... mucho más claro ... Así pues, Jesús dijo, dicen que dijo o habría dicho: «Dichoso el que, como la niña, no duda en utilizar y pedir sin sonrojarse los medios para ver». «Dichoso el que, como la niña, elige ver bien aquello que quiere ver». 293
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