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P. Eusebio Villanueva Seguro que Dios va con él ... como por Palestina... Seguro... eso no se lo pierde el Galileo de Nazaret... Y entro al trabajo del Albergue a la hora del desayuno de los alberguistas. Cosas banales y necesarias son el discurrir de cada día en el Albergue. Nada para reservarlas un lugar especial en la historia de la convivencia o de la sociología. Pero sí en la fe y en el corazón nuestro de cada día... Esa buena ración que nos alarga Dios cada amanecer, como provisión del día, su pan cotidiano suficiente. Por esta noche, me dicen, todo ha marchado en paz. Pasajeros «gruñidos» para marcar territorio y aviso de presencia intocable... Entenderse es la clave de las claves. Un mundo para vivir, yo pienso que sería, un mundo donde se vive un verdadero contacto entre las gentes. Un lugar donde caber todos. Habrá bien y mal. Pero en una armonía de contrarios. Donde nadie se deje basurear por nadie y menos por el poder. Y donde nadie se muera en la indiferencia de los próximos. Donde la igualdad, la libertad y la fraternidad no sean un descarnado derecho, donde ningún poder humano pueda alcanzar a convertirlos en hechos. A comenzar ya en nuestra persona y seguir así en círculos concéntricos... Ayudarse mutuamente a realizarse como personas. El amor nivela y anestesia las diferencias. Es difícil a las personas abrirse a otros. Sobre todo en este mundo de los pobres. Es larga su experiencia de individualismos. Y más larga su experiencia de frustra– ciones, agresiones, olvidos, marginaciones y soledad impuesta por la desconfian– za... Es el miedo a no ser comprendido, a ser rechazado. Nos pasa a todos, nos cierra a todos, nos encierra a muchos. Cuando nos hemos abierto y ayudado a abrirse a los demás , cuando hemos llegado a la comunicación, es un paso de madurez y de afirmación de la persona. Habitualmente cada uno juega su rol profesional en la vida y eso crea relaciones funcionales. Pero eso sólo puede llegar a una convivencia civilizada de educación, de tolerancia, de democracia viable. Pero las verdaderas relaciones son de persona a persona; no sólo de ciudadano a ciudadano , que deja todo donde está con los mayores respetos. Es comunicación, intercambio de sentimientos y experiencias... También a nivel de Iglesia. El moribundo integrismo necesita de un «boca a boca» de esperanza y confianza en el Espíritu, que es quien guía. De un aprovechar todas las ocasiones de postconciliarse y estar al día... Y el desparramado progresismo asirse más fuertemente con ambas manos al Espíritu y a la Tradición para no deslizarse... Y así, en milagro, que es como se mueven los paralíticos bíblicos y la historia... hacer destino comunional. Es la realidad diversa y al mismo tiempo complementaria en la Iglesia misma... En definitiva, se pregunta uno: ¿qué es un cristiano? Y te podría responder un estudiante: «hay de dos clases, unos cóncavos y otros convexos» ... Busca tú ahora en el Diccionario las palabras «cóncavo» y «convexo» y tienes la definición y el complemento, la estructura y apoyatura de la Comunidad hermana y diversa, pluralista... Se impone volver a una «cultura de lo humano». De comunión de corazón antes que de ideas; de convivir y compartir antes que de «propiedad privada», de ser antes que de tener de servir antes que de poder; de hablar con Dios antes que de hablar de Dios... La Iglesia en sus 20 siglos ha dedicado mucho tiempo y energías a «enseñar», a formar en la Fe... Nuestro mundo sería bien distinto si se hubiera 284
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