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P. Eusebio Villanueva Oviedo está en fiestas patronales y hace de recogedor. En la «fiesta» la gente tiene más abierto el corazón y el monedero de la caridad. Siempre cae algo y se olvidan más facilmente los ladridos de la vida. «Si el sol me alumbra pa qué necesito la luna», dice el refrán de pobres de buen contentar... Terminado el desayuno y con prisas de empujón se han vaciado a las calles. Para sobrevivir sin que se les apague el alma. Jornada de andar con salario de ver. Volverán a la hora puntual de la comida: que es la única religión sin ateos visibles. Aunque la calidad no sea siempre muy-muy, pero siempre será casi-casi y deja calor bueno en el estómago y adorno en los huesos. Y dan café y respeto. Palabras pocas y precisas, para no perder bocado de oveja. Saben bien cuánto pesan el mundo y la memoria, por eso prefieren callar y tragar. .. Mi trabajo se ha prolongado hoy. Pero hay que estar hasta dar fin y saludos a los que quedan. Me avisan que mi servicio de «guardia de noche» dará comienzo el Sábado próximo hasta el amanecer (8 h.de la mañana) del Domingo. Hacer la acogida de los que se llegan al Albergue en la noche buscando cobijo y cama. Acoger a los que la Policía nos trae de su ronda nocturna, recogidos por ahí en portales o banquillos públicos. Siento alegría de hacer este duro servicio como mi «vigilia pascual» semanal. Sé ya en previsión que las sorpresas desagradables pueden ser las más frecuentes. Preventivamente te digo, mi Señor: «Loado seas por el hermano borracho también y por el drogata que no pudo con su tristeza metafísica y por el hermano que han echado de su casa de malquerencias y no tiene donde ir, y por el hermano y hermana que no tiene donde caerse muerto y por eso no se acaba de morir y se abandona como despojo en el primer rincón, y por el hermano que le empaparon de copas y le despojaron de sus dineros en la barra de alterne... y... y. He vivido buscando respuestas y casi siempre he encontrado preguntas. La noche es propicia para preguntarse, para volar sin moverse, para salir hacia dentro y entrar hacia fuera. Es tiempo de regalía, de gratitud. Es tiempo de los dioses y del Dios de los dioses. Por las noches los pensamientos son más sensibles, por la mañana son más lógicos. Habría que llegar a ser de la mañana y de la noche. Por eso lo maduro y lo escribo en ambas zonas. A la entrada y a la salida de la luz. Cuando uno se pregunta por el día y cuando ya se tiene las respuestas. Uno está entrado en edad poco de caminar y mucho de vivir y de re-vivir. De recordar volviendo a pasar por el corazón todo. Mejor que pensar en filosofías y teologías de mucha gloria, pensar en estas gentes. Más cuenta nos tiene entender a uno de estos transeuntes que a Platón... Así, cuando hablemos, ninguna palabra se nos cansará ni se caerá vacía de vida. Es también la hermosa ocasión de un pequeño gesto en compartir la vida y la alegría, de compartir el vivir en el Albergue. Leyendo más personas que letras. Aunque también es hermanable. Gracián en el «Discreto» divide la vida en 3 partes entreveradas: La 1 ª la empleó en hablar con los muertos (que es leer) La 2ª en hablar con los vivos (que es viajar) La 3ª en hablar consigo mismo (que es reflexionar). Pero siempre será buscando encontrar la respuesta del «TU», el «otro», el diálogo: Dios o el hombre... los dos juntos, el uno en el otro. Hoy, uno del grupo de limpieza, tamaño estandar y flaco, fideofino, zurdo para barrer y para pensar el mundo, me ha regalado su nombre y cordial acogida, después de mi ausencia: - «Me llamo... y ¡bienvenido de nuevo!» 28

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