BCCCAP00000000000000000000555

P. Eusebio Villanueva La violencia no tiene sentido ni razón, aunque tenga todo el poder. Jamás construyó la paz, sino es la del cementerio. Toda armada ha sido vencida cuando delante ha tenido un Pueblo y si ha vencido, es que no había pueblo. La violencia y la carrera de armamentos han llegado a hacer hasta de la fe una manera de la metralleta y hacer de la metralleta una fe. Son los totalitarismos de toda especie que distribuyen bombas de diversos colores, peros de iguales resultados. Los Profetas de Dios han sido de diferentes talantes pero fundamentalmente no violentos. Predican y anuncian un mundo en paz y tratan de construirla... Jesús ha sido un no-violento activo. Ha llegado hasta el extremo de su contestación: dando la vida a los hombres al precio de la suya propia... Los primeros cristianos perseguidos han vivido globalmente una actitud así... Pero, dirán muchos, en la circunstancia en la que nosotros vivimos no podemos de hoy para mañana echar nuestras armas a la chatarra. Va en ello nuestra seguridad. Es verdad. Claro que la seguridad es en gran parte aparente, dada la capacidad nuclear. Pero sobre todo porque para un cristiano siempre será mejor hablar de presupuestos de paz antes que presupuestos militares. Tenemos proble– mas suficientemente graves y urgentes para resolver el mundo: el hambre, la salud, la educación, los medios necesario para poder vivir... Negarse a toda colaboración de violencia. Cuando los cantantes nos dicen que es necesario bajar al mundo con «nada en nuestras manos, que no sea la fuerza de amar», andan en razón, lade Dios y la de los hombres. Es una consigna del Evangelio. Desgraciadamente hoy es más fácil matar que dar la vida por una causa. Ortega nos decía en España que el hombre se define más por lo que cree, que por lo que piensa. Y Unamuno nos decía también: «se muere por lo que se cree, no por lo que se sabe». Y pudo añadir que se huye por lo que no se tiene. Porque la fe da un dinamismo interior que sale por los ojos y baja a las manos y se derrama por la vida. No es antídoto de nada, ni antídoto de nadie. Busca fraternizar... Ahora si no hay esto... Por eso el gozo en el Hospital ante la presencia de este «ejército» de cuidadores de la vida y de la calidad de la vida, que es el Cuerpo Médico y Asistencial. Esto es no-violencia. Estos son constructores de paz. Y es un servicio permanente y ancho de la no-violencia activa, de entrega por la vida a punta de alma y de bisturí o de jeringuilla... Me reclaman por «el busca» de la 31 O-A. Son las 10'15 de la mañana. Un señor de 73 años ha «traspuesto las colinas» y se ha llegado a la casa del Padre y suya. Lo despido con todas las oraciones y ritos e indulgencias completos. Estamos solos, Así muere un hombre dejando afuera el estorbo del llanto. Son estorbos entre el Padre y el moribundo-naciente. «El Señor te conceda la paz» ... Después van llegando los familiares, los llantos naturales, los pésames, que son como las presentaciones, murmullos sociales... En lo profundo se conforman con ese cupo de vida de 73 años... De la 107-A se va derecho al Padre como una bala de cañón, un señor arrugadito de 96 años. La mucha edad es una bendita bendición de Dios. Todo se ha madurado como la fruta-pasa... En los familiares, junto a la pena, está fuerte la serenidad de algo completo y acabado . Es la hora del amén con énfasis emocional, hecho de corazón y de otras entrañas del alma. Es el «opus Dei» en 96 tictac de su corazón de Padre. 262

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz