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Las 5 llagas del Señor y sin merecerlo y, a veces, sin agradecerlo... Es una misa de profundidad, de escuchar la Palabra y las palabras, desde dentro de la Fe. Hoy estamos solos celebrando la Hermana Carmen y yo. Hay «clima» y sinceri– dad. Carmen sabe muy bien hacer sintonía con Dios y con los hermanos todos del Albergue. Junto a estas Hermanas T. F. Capuchinas estoy aprendiendo bien a preferir las cosas a las palabras, a desconfiar de las fórmulas, a observar más que a juzgar. En este «cenáculo» se siente el viento de Dios entrando por los poros del alma. Y siento como el amor puede transformarse en teología, y en teología de liberación ... Y fuera sigue avanzando la noche. Porque esta es su hora de envolver la tierra desde sus horizontes cuatro... Celebramos en este Domingo el Bautismo de Jesús... Ese Compromiso Oficial de Dios con la Humanidad y por ello: ese compromiso de bautismo cristiano nuestro de solidaridad. Esa llamada a matrimoniar el Hacer y el Decir... «Tú hablas, tú hablas... pero tú no obras nada», se decía un día un sacerdote a sí mismo, en autocrítica ante el Señor. Y una señora en una reunión de grupo decía también: «Es una hora de silencio para la Iglesia, no de proclamaciones. Es hora de vivir sin más» ... No quería quitar la palabra a la Iglesia, sino moderar esa inmensa producción de discursos, encíclicas, pastorales, normativas... De ello se habla mucho en el Evangelio de este Domingo. Sin negar la Palabra... Juan Bautista habla del Cristo. Del cielo también viene una voz que añade: «Tu eres mi Hijo bienamado, en Tí me complazco» ... La voz alta y sonora le ponía a sus pala– bras un rigor de terminada autoridad. No, no es parca la voz, es precisa. Todos tenemos los defectos de nuestras cualidades y toda vocación tiene sus peligros. Uno de ellos el abuso de la palabra... El Señor ha comenzado por vivir, antes que nada, 30 años la comunión cotidiana con los pobres; para luego predicar durante 3 años la conversión del amor... Esa rebanada diaria de cotidianidad es todo un miste– rio de eficacia redentora. Es el grado máximo de credibilidad apoyando su Palabra. Es la Fe compartida... Que la Palabra de Dios haya pasado lo más joven de su vida terrestre a trabajar en el silencio de un lugarejo oscuro: eso es lo que nos debe hacer reflexionar largamente antes de hablar. Por lo menos a callarnos si no podemos mejorar el silencio... Palabra viva, pero porque palabra vivida... La palabrería, el sermonear, sin hacerlo vida y oración, no pasan de ser bordados en el vacío... Me compadezco de esos que preten– den componer el mundo en tres patadas... o en tres discursos o en tres sermones campanudos... Es otra cosa. Como decía el otro «las luces de mi abuela alumbraban poco, claro, pero alumbraban definitivamente» ... Por eso nos encontramos tantas veces en nuestras parroquias que ciertos espíritus burgueses mejor envasados ni entienden las palabras ni pasan a los actos. Celebran ritos... Pero hoy, hay otros que pendularmente se van al otro extremo. Hay silencios de vergüenza. Se siente miedo o sonrojo de confesarse cristiano, de declarar su fe, de anunciar a Cristo en palabras y actos. Se callan, disimulan se hacen mudos de un Evangelio horizontal ... Un cristianismo sumergido, submarino... A todos, la voz del cielo recuerda el maravilloso deber de revelar el Mesías a toda la creación. San Pablo lo comprendió bien «Soy un desgraciado si no anuncio el Evan– gelio» ... Hay sitio y tiempo para todas las vocaciones en la Iglesia... A las 8'30 h. entramos a la cena. Todos han ido llegando traídos por las bridas del frío y el hambre. La cena es calor y sosiego. Y luego la recogida... 255
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