BCCCAP00000000000000000000555

P. Eusebio Villanueva siempre, siempre buscará el equilibrio suyo, no el que se la quiera imponer. Y siempre será el hombre el desequilibrado final. .. En el ir, está el volver. Por eso desde esta capellanía, la vista se va a lo lejos de estos traumas de los hombres y de la vida humana... Dan ganas de arrodillarse y orar... Da. El capellán relevado en el servicio me comunica que, estos días ha estado bastan– te tranquilo. Es como la tregua pacífica de la Navidad. Fantástico. Hoy día 27 ya ha comenzado el ritmo de los «inocentes». Los ancianos son seres inocentadas, santifi– cados de tan viejecitos, de tanto vivir... Es el círculo vital que se cierra en el corazón del Padre. A las 10'30 me avisan por el «busca» que me presente en la 502-C. Es una señora al final de la sesentena. Se va con el Padre-acogedor-de-todos. Su corazón latía ligero como el de un pajarito palomo. Pero su sangre llevaba el plomo mortal del azúcar. Y ahí y hoy acabó su travesía... Percibió el mal-amén. Pero goza del Bien-sumo-Bien para todos los siempres. Junto a algunos familiares, sin abandonarse a las grandes tristezas, hacemos los rezos y sacramentos... Se fue la señora como «gente» del Evangelio... Cuando a las 11 '20 me convocan de nuevo junto a una ancianita próxima a los 90 años, me voy a la 315-A. Es como una bolita de persona. Pequeña, delgadita como un pelito del cabello de Dios, ojos azules que se apagan de luz o de azul. Es tan poco lo que «chupa» para su menudito vivir, que se trasvoló de la otra parte, de la del lado de Dios... La acompañan, en su acabar sola aquí, las oraciones y ritos de éstos momen– tos de pertenencia a Dios y a su hija personal de 90 años, que le cae a Dios de la orilla de este mundo. iQue seas muy feliz, «abuelita», pobre y princesa del Señor y que tan solita has acabado aquí! Es la criatura más sola que he visto. Es ella y Dios... Bien necesitada de un dedito de amparo... Son las 4 h. de la tarde. Y el aire calorfría el cuerpo. El cielo parece ensancharse para recibir más nubes de la lluvia. Por eso abro la calefacción del despacho. Desde el ventanal se contempla la ciudad, que parece no decir mucho de su pasado. Y es que lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los edificios, y en los ángulos de las calles, en las rejas de sus balcones y ventanas y en los jeroglíficos de sus arquitecturas. Pero hay que saber leerlos, interpretarlos... ahí está todo... pero no sé leerlo. Y la ciudad es redundante. Se repite para que algo llegue a fijarse en la mente. La memoria también es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a exis– tir. Su luz es ahora una y de todos... Cierro los ojos con placer. Me gustaría tener una cantidad de párpados, para irlos cerrando, uno por uno, para esconderme mejor en el recuerdo de aquel Gijón de hace 25 años, cuando yo era «marinero» de primer viaje y tenía dolor de luna y de Utopía como sacerdote y obrero en Astilleros de Cantábrico. Cuando yo había sacado de Dios el deseo de vivir libre y admirar las otras cosas. Y me había enseñado una manera entera de vivir. Y la fe era de alto valor, como robada a Dios... Y voy dejando de pensar lentamente, al Dios dirá... Hoy ya casi no tengo osadía de dar consejos, de tanto que he aprendido de la vida. Como una persona equilibrada en el medio del ni alegre ni triste, sólo llena de destino. Es mi gozo en el alma... La campana de la Universidad Laboral hiere el aire. Y en su plem... plem... plem se siente una alegría loca y santa, abriendo salvación por la otra gloria.. . Son las 3'15 de la noche-mañana. Aviso urgente de la 711-S. Un hombre reciente– mente ingresado en Urgencias y subido a la Planta acaba de sufrir un derrame cere- 232

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz