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Las 5 llagas del Señor de igual carpintería, que los que hoy nos cuestionan ante su dolor y su muerte... Y vamos embarcados en la misma desvencijada gabarra. El sol se echa sin respeto sobre la ciudad, con la luz plana de las llanuras. Toda la tarde está tranquila. No hay llamadas de acudir... Voy visitando a los que han pedido la comunión para después de la Misa de las 7 de la tarde. Me voy de la ventana y en los ojos quedan la universidad laboral, el bosque y la lejanía de la ciudad confiada... En la escalera general, ante el gran ventanal de la sexta planta, una pareja de mayores -¿esposos?- se aprietan las manos y se miran hasta el corazón. En la quinta planta una niñita corretea de fiesta, ha venido a ver a la abuelita. La cría no es más alta que la paciencia de su mamá, que es poca. Para ella esto es un mundo nuevo y feliz, lleno de gentes. Se escapa de vida, como un enloquecido vuelo de golondrinas en la tarde del verano ... A las 1 O de la tarde-noche comienzo a visitar las Plantas de enfermos. Muchos ya están durmiendo. Otros desvelados sufren de suspiros doloridos o en silencios resignados. Algunos contemplan la tele desde sus camas... Un mundo de mun– dos... En la segunda Planta está la Maternidad y los Nidos. Es la hora del dormir de las crías humanas. El sector parece una pajarera en momentos de aquietarse para la noche. Pequeñas llantinas de bebés que acomodan en sus «nidos» Es un auténtico «villancico» de Navidad. Son ellos la Navidad de los humanos. Esto también es hospital, pero es un mundo feliz... La promesa, la esperanza, el gozo de vivir, la salvación, comienza aquí. Los ojos de Dios se recargan de ternura humana y el corazón del Padre se llena de la gloria de la Creación. Y «vio Dios que era bueno» el cerrar del día aquí: «Nidos». En la 5ª Planta está el sector de «prematuros», los «precursores» de la Navidad. Para ellos al menos, el progreso les ha previsto un suplemento de «vientre de madre» en su primera gran lucha de la vida: sobrevivir-madurar– crecer... Fabuloso... Mi última visita es a la UCI. Todo en paz. Y los 6 en cuidados intensivos están cableados de tubos y sondas. Una lucha ruda y dura que hay que superar. Todo está alerta y vigilante: máquinas y personal. .. Y a las 12 h., en nombre de ese Hermano Bueno que es Francisco de Asís yo anuncio la bendición que él decía, y lo hago sobre todo el Hospital: «El Señor os bendiga y os guarde, os muestre su rostro y tenga misericordia de vosotros, os mire benignamente y os conceda la PAZ». Suena el pitido estridente del «busca» a las 3'30: me esperan en la 615-C. Un hombre ha transpuesto las «montañas» de Dios y está con El. Flaco, pelo blanco y escaso, un rostro navajeado por los trabajos y las luchas... ya no es contemporá– neo de las gentes de estas calles... Al comenzar este invierno, ahora mismo justamente, él salta a la primavera de Dios, a la Vida que hace estación eterna. Son 86 años del duro bregar. Pero ¿qué son 86 años? Un desvanecido vuelo de ave que no ha durado lo que un trino. Su vida, un ver las verdades y los milagros a medias. Le administro esos sacramentos de la Paz y del Encuentro... Y de nuevo a las 6'15, contra la mañana, una nueva llamada. Otro señor entra desde Urgencias en la casa del Padre. Su vida llena de años se la recomiendo a El desde esta pobre humanidad. Su vida aquí se ha completado. A semejanza del 211
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