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P. Eusebio Villanueva permanente? O ¿que la tendencia a mentir de otro no es más que la expresión del miedo «al otro»? No. No es fácil «leer» a los otros. Ante todo «convivir con» ..., no es forzosamente «ver». Cuando se está con los otros o en las cosas, se corre el riesgo de sufrirlos más que de esclarecerlos, conocerlos, entenderlos. Además no podemos descubrir más que de lejos al que llaman «el prójimo». A través de nosotros mismos; es decir otro temperamento. A través de la manera cómo hemos sido amados, diferente también. En resumen: a través de nuestros hábitos de pensar, de sentir, de expresarnos, de actuar, que no son los suyos, sino otros modos. Y en fin, como para hacer más difícil todavía este acercamiento al otro, está el hecho de que tenemos tendencia a apreciarle, sobre todo, en la medida en que se nos parece. Se comprende, pues, la profundidad del consejo evangélico «No juzguéis». ¿Pesimismo? Tampoco convence el decir que cada uno lleva en sí «un mundo ignorado, que nace y muere en silencio» ... ¿Estamos «condenados» a vivir juntos, cada uno en su nicho ecológico, nuestro desierto o jardín secreto; bien guardados tras los muros de nuestros silencios, desconfianzas y disimulos? Nuestras dificultades de comprensión vienen del que «lee» a otro y del que es «leído». Desconocemos su historia, su «entraña», su infancia, su «construcción» interior, su subconsciente. Comprender al otro es ser capaz de ponerse en su lugar, en el hoy y en el ayer, que ignoramos. Dice una oración india siux: «Gran Espíritu, ayúdame a no juzgar a otro sin haber caminado 15 días en sus sandalias» ... Y también ¿cómo no?, reconocer nuestros obstáculos interiores, nuestros prejuicios, nuestras reservas, nuestras antipatías... De hecho en nuestras ciudades la incomunicabilidad crece pavorosamente. Las zonas de soledad se alargan. Muchas veces no se «conocen» ni a los vecinos de escalera. «Cada uno en su casa» y ojalá Dios en la de todos. Lo que sería más atroz... Pero se ven hoy signos de esperanza. Se siente, como nunca, la necesidad de reunirse, de concertar, de trabajar en grupo... En la vida cristiana hoy ya no se concibe una acción eficaz y válida sino es en equipo. El deseo de ayudar es una pasión de nuestro tiempo muy consciente. Necesitamos que nos necesiten. Los grupos de voluntariado florecen por todos los campos... Por eso en el Albergue es tan importante. No sólo responde a unas necesidades primarias y urgentes: comer, un techo, limpieza... No sólo reconstruir la propia dignidad etc... También a convivir, tan difícil, a sentirse pasajeros del mismo barco humano, a encontrar «tierra común» ... A descubrir que a Dios se llega por los otros y El nos llega desde los otros... Aquí se basa la zarandeada «Opción por los Pobres» de la Iglesia-Hoy: - Ver la realidad de los pobres con los ojos de los pobres. - Asumir la causa de los pobres: compromisos, vida y medios... - Asumir la lucha por los pobres. - Asumir la vida de los pobres: participar de su vida y en su vida. - Identificar los mecanismos que generan el empobrecimiento. - Redefinir la tarea: evangelización, denuncia, animación, credibilidad ... ¡Señor, nos das tan poco tiempo y ponemos tan poco amor... ! Aumentemos por ambas partes, ¿no te parece, Señor? 200

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