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Las 5 llagas del Señor ellos en otras partes de la sociedad activa y «viva». Con su propio alumbramiento de una vida descendida de esos otros altos cielos del «consumismo». Su poco peso de hombres frente al peso bruto de la vida social. Y ni siquiera guarda la fiesta de guar– dar... Ceno con ellos en esta tarde-noche como todos los Sábados. Sopa o «tabes», sardinas y colacao con galletas... Después a la cama o a la tele, a ver el partido de fútbol Barcelona-Valencia y la película de la 5. A las 10'30 llega una señora. El marido ha llegado a casa con la borrachera ca– breada y a ella la ha echado a la calle. Pide cama por esta noche y es atendida inme– diatamente su necesidad. Viene bien vestida y arreglada. Sinceramente a uno le sale la palabra herida. Hay maridos borrachos -este no es el primer caso- que tienen una canallesca manera de lamerse el trauma... Y, por desgracia, siempre se puede estar peor. No hay fondo para la desgracia. Lo malo es que para muchos, sólo termina con esta vida, ese valle de lágrimas y el llanto y crugir de dientes. Pero mientras, un cielo de techo bajo... Llamada telefónica a las 11 '25. Telefonean del Club Regatas: «que mañana pa– sen las Hermanas a recoger comida en buen estado: salmón y carne asada con su guarnición, para el comedor del Albergue». Hay gestos y frecuentes muy cristianos. Es decir: humanos y solidarios... Si pudiéramos echar la red en el fondo submarino de esta sociedad asturiana de Gijón encontraríamos verdaderas madreperlas. Hay gen– te fabulosa de corazón de Dios. Aunque, a veces, estén más a la vista los «restos» flotantes y pasotas de esa otra sociedad fermentada y egoísta. La Policía, a la 1'45 de la noche, descarga otro peatón de la noche. El alcohol le ha desarbolado y los reflejos del miedo a la autoridad le ha anulado toda iniciativa. Se deja hacer como cordero de matadero. Le preparo la cama y se abandona y de un tirón-túnel hasta las 8 en que vendré a avisarle que, es hora de levantarse y ducharse, tomar el desayuno y el petate para irse al nuevo día y Dios dirá... La noche es una larga y punteada procesión por la calle. Son los ciudadanos de la noche, que regresan de sus discotecas y bares, desfondados, cantarinas y gritones... a veces derribando papeleras y demás obstáculos municipales. Hacia las 6 h. de la mañana suele bajar la tensión ciudadana y entra el reposo del Domingo. Despierto al «ruso» que a las 7 se pierde en la calle con su cigarrillo en los labios y un ihasta luego! educado. El vaho de la respiración parecen bocanadas de humo. Pero el cigarrillo aún está apagado para que dure más... Son las 8 en punto y enciendo las luces de todos los dormitorios, como si fuera un clarinazo de luz estemporánea. Desayuno general. .. Entrego las llaves de puertas y me pierdo en las sombras alargadas de las calles de la ciudad dormida... En plena calle Corrida dos muchachas sostienen en pie y en equilibrio de bicicleta a un melenudo llorando en todo el alcohol de la noche... Su obsesión es comunicada a todos los balcones de los primeros pisos: - «A mí no me quiere nadie, pero nadie». - «A mí no me quiere nadie, y de nadie: nadie» ... En el fondo de todo es otra historia de gentes que se sienten malqueridas y un día terminan por llorarlo sobre la vía pública y solitaria de cualquier calle y en cualquier ciudad ... Y Tú, Señor, te quedas con la respuesta en la boca y el corazón solitario sin saber cómo y por quién decirle: «desde toda la eternidad, Yo te amo» 191
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