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P. Eusebio Villanueva a Dios hasta en las tripas. Y sentirle como Padre interesado en eso tuyo, amante, no a con-mover, y con-vencer... La alternativa al milagro es otra manera de ver y esperar las cosas. No siempre la curación sería el mejor milagro, cuando lo que Dios quiere es dar definitivamente la felicidad de verdad. Hay que sentirle a Dios dentro, no por encima. Dios es como la sal en el mar. No se la ve, sólo se la siente cuando se la «gusta». Y eso es orar... «gustad y ved qué Bueno es el Señor» ... Hace 3 días visitaba yo a un enfermo en su casa. A la entrada su esposa -que me había invitado a hablar con su marido, difícil en la Fe- me dice: «Padre, pida por mi marido... Está nervioso esperando el resultado de los análisis médicos» ... - «¡Buenos días, Padre! Usted vendrá a decirme que hay que rezar. Pero (y él encadena sin dejarme respuesta) «sus oraciones», ¿qué cambian de los resultados que están ya en camino? ¿Usted cree que «rezando» ... sobre un microscopio... una probeta y las células malignas se convierten en benignas? ¿Usted cree eso, usted?» ... - ¡No!, por supuesto. - «Entonces usted ve bien que eso no cambia nada de nada.»- No hay solamente las probetas, los microscopios y las células... Hay también ... - «¿YO?» - ¡Sí, usted! Y es ahí donde la oración cambiará las cosas ... No cambia los ojos si usted quiere, pero cambia la mirada que se posa sobre las cosas. No cambia los colores, modifica la iluminación... Sinceramente ¿qué espera usted de los resultados de los análisis? Los resulta– dos están ahí en el correo ya, ¿positivos?, ¿negativos? Mire alternativamente las dos soluciones y sus consecuencias... Pero no es exacta la manera de evaluar unos análisis. Me reprocha por adelantado que nosostros queremos cerrar los ojos para rezar. Y ¿no está usted en actitud de saber cuál de los dos ojos deberá cerrar para no ver lo que teme ver? Silencio y reconcentración ... Al final continuo el diálogo: - ¿Usted desea que hablemos de las dos hipótesis alternativas que usted espera? - Padre, necesito pensar sólo... en todo esto que me viene. ¡Gracias! Me dispongo a marchar para dejarle consigo mismo, y sin decirle que voy a rezar por él. Al estrecharle la mano y desearle coraje, es él quien me dice: - «Yo sé que usted lo hará... ¡Gracias!» Estos días lo he dado vuelta muchas veces en la cabeza todo esto. El mundo hoy se presenta como la antítesis razonable de la Oración. Es una economía de superproducción, no hay espacio para las manos juntas. El hombre afanado en sus trabajos no tiene plaza para contabilizar sus oraciones, no tiene columna de entradas y salidas, es tiempo saboteado y haragán. Y «el tiempo es oro» ... En la carrera de los récords, la oración es inacción, es drogodependencia. Y en el sufrimiento es una lamentación, que disminuye las fuerzas y resigna la entrega de matadero. Así piensa y así vive una inmensa masa de humanidad ... La inactividad aparente de la Oración es insoportable al superactivo hombre de hoy. En un mundo de ambiciones y competiciones es intolerable ese silencio de la Oración, esa búsqueda de Dios. No lo pueden comprender tantos y tantos más... Siguen sin comprender esa postura. Para ellos es indigno confiar la salud, la 186
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