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Las 5 llagas del Señor Viernes-Sábado: 10-11 Dic.1993: CAPELLA– NIA EN EL HOSPITAL L a mañana se viene a caballo y por la ventana. Parece abrilmente en invierno. Como si de pronto el sol. .. como si de pronto... Parece que celebrara algo el cielo. Algo como su propio sacrificio: se le han abierto las venas... Amanece a chorros... Desde este 7º piso del Hospital se contempla Gijón con la esplendidez de la luz lavada y reposada de la noche. Hay tarjetas postales que no se hacen. Son puro regalo de Dios y «a la carta». Son las 9 h. de la mañana y tomo el relevo en el despacho de los Capellanes. Informes, avisos y aclaraciones... Saludos y adioses... Eso y así... Comienzo la jorna– da de 24 horas. Es la permanencia de servicio. A las 9'25 llamada por el «busca»: «le esperan en la 7ª Planta-Pares. Sector de Neumonía. Después de una penosa estancia-internado dejó de respirar el señor X. Este era su agudizado problema desde los 37 años: poder respirar con suficiencia... Ya le había administrado los sacramentos la semana pasada... Su esposa se desaho– ga de la presión interior de estos días de espera y del dolor de la separación. Son muchos años compartidos «en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enferme– dad», como se lo habían prometido mutuamente aquel día que matrimoniaron su ser y su existencia en la iglesia... Hacemos juntos la oración de entrega al Padre de su esposo. Y lo hacemos desde su corazón y su pertenencia como esposa. Dios no separa, une con eternidad de seguridad. La espera es un paréntesis de brevedad... Cada día me convenzo más que los sacerdotes hemos empeñado mucho tiempo y energías en enseñar rezos y ritos. Pero menos en ayudar a comprender el sentido consolador y transformador de la Oración. No hemos enseñado a orar desde dentro de la propia vida con verdadera calidad. A veces porque tampoco nosotros lo enten– demos muchas veces con convinción. Esperamos el milagro que hay que arrancar o la resignación en el peor de los casos, que es casi siempre. Así mucha gente prescin– de como de algo inútil y otros lo reducen a un desahogo interno y desculpabilizador de no sé qué... Ben Gurión, el estadista judío, decía desde su fe talmúdica: «quien no cuenta con el milagro (aún en el último momento) no es realista». Pero para esto hay que sentir 185
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