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Las 5 llagas del Señor Tengo ojos cegatos, pero pupila zahorí para ver, por las apariencias, retales del pasado de las personas. Los oficios y los vicios, los sufrimientos y los escarmien– tos marcan la geometría de los rasgos, los rictus, los reflejos y los gestos de las personas, de un modo natural e incontrolado... La señora, se ve, ha tenido días mejores y ahora aprovecha de su bagaje con los años en pendiente y «cuesta abajo es mi rodada» ... Las cicatrices de la vida en ella no son altaneras. La digo al paso: - El cuerpo pide alegría ¿eh? - «No mucha, pero «al mal tiempo buen cante y mejor cara» - Bueno, la mañana no es especialmente fría, fría de León. - «Ay hijo, mi tiempo es la artrosis y la operación de cadera». - Así es la vida... A veces la cosa no va y después sí... y entonces... Y me callo. He visto que cuando los pobres quieren decir «algo», callan o disimulan con la recreación en sus alifafes, charlando de ellos... Somos como una pobre locomotora a vapor, que sutura llagas con kilómetros de puntadas entre vías y traviesas... Hasta que un día entra en vía muerta... Ha regresado la Herna. Concha al «tostadeiro» del amado Albergue. Ha estado aireándose, oxigenándose, en la convivencia de unos días con otras comunidades y Hermanas del alma. Y supongo que regresar al Albergue es como una renova– ción vocacional de fe y entrega. Anda controlando la «intendencia», el almacén de subsistencias. Haciendo cálculos de provisiones y abastos... Tiene una sonrisa sobreañadida, porque la sonrisa la lleva puesta de constitución ... En torno a la Navidad las gentes solemos entreabrir más el corazón y practicar más las obras de misericordia y otros afectos cristianos... Las 4 Hermanas miran con sosegado desafío al invierno que viene... Ha regresado del hospital la señora internada con fríos por los adentros, la taimada neumonía enemiga declarada de las personas sin «arrestos» ... La en– cuentro extremadamente debilitada, frágil como un canario flauta. Caminar encorbado y pausado. ¿La estarán naciendo alas de sus omóplatos? Otros mila– gros podrían ser más extraños e inimaginables. Ella ya ha pasado ese umbral de las tormentas y de los tormentos del mundo. Ella está en la frontera de Dios. Aunque traída y llevada por la miseria del oleaje de este nuestro vivir de costa a costa en el que todos vamos. Ella ha llegado a hacer florecer, entre casi nada y nada, la blanca cereza de su parábola de «hija doliente y del Padre Bueno». Una de las parábolas humanas que Dios lee cada atardecer para descanso de su afán de crear y recrear... El señor «pasamontañas» ha descubierto, al fin, que el ojo del tiempo es bizco. Eso le permite hacer «posada y fonda» en el Albergue y cruzar el día entre Cimadevilla, Los Campos y el Natahoyo, con ida y vuelta a la base... Y con una aparente salud de estar enfermo. Yo suelo bromearlo: - Tú, tu vives mejor que un cura. - «¡De los de antes!, que ahora pareceis bobos». - ¡Hombre!, habrá de todo, como en la Rula del puerto... - «Estáis criaos a cocacola en vez de a sidra. ¡Cazurros del corazón santo tu reinarás... !» Este hombre, a veces tiene 80 años y otras 70, depende de la hora y el perfil desde donde lo veas. La verdad es que me duelen estas gentes muy adentro. Me 183
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