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P. Eusebio Villanueva Martes: 7 Dic. 1993: ALBERGUE -SAN AMBROSIO DE MILAN- S iempre me han impresionado las «grandezas» en la Fe de la Iglesia Primitiva. Tenían sus miserias y sus conflictos. También. Como siempre... Como hoy. Donde hay hombres, hay problemas. Pero era enorme su sentido de Comunidad y de Fraternidad. Y la sencillez y buen espíritu de esa Iglesia Primera. El Espíritu Santo tenía más plaza, más espacio, para su «fuego» y su «viento» impetuoso e imprevisto. Una Iglesia bien de Cenáculo y oración para un Pentecostés abierto. Ambrosio, joven cultísimo y honesto, había sido nombrado Gobernador de Milán. Los cristianos ya andaban engarrados con las peleas teológicas. Los teólogos de todos los tiempos han estado siempre a la greña, en cuanto dejaban en colateral al Espíritu y se forraban de teorías, que les florecen siempre como los champiñones... A la muerte del Obispo (arriano), en la basílica se juntaron arrianos y «cristia– nos» para nombrar al sucesor... Ambrosio, como gobernador, fue a poner orden y paz. Fue tal la impresión causada, que a voz unánime le nombraron Obispo. Era el 7 de Diciembre del año 374. Ambrosio era sólo catecúmeno... Ambrosio fue convencido y comenzó entregando todos sus bienes a los pobres. Ahora nombrados desde arriba, se van de Ejercicios Espirituales... En una semana recibió el bautismo, las Ordenes Menores,... el Sacerdocio y el Episcopa– do. Comenzó a formarse bien en Teología, de la que escribiría mucho, profundo y bien. Es uno de los 4 Grandes Doctores de Occidente... Al Emperador Teodosio le obliga a hacer larga penitencia ante las puertas de la basílica, antes de readmitirle al culto. ¿La causa? La bárbara matanza que había ordenado en Tesalónica. Y el emperador la cumplió... Capaz de grandes cosas en la teoría y en la práctica. Justo siempre... Sus últimas palabras: «No temo morir, pues tenemos un Señor muy Bueno» ... Leal a Cristo y a su Fe, a su genio, a su figura y a su sepultura... Todo parecido con algo de nuestros tiempos es pura coincidencia... Camino del Albergue no he pensado en otra cosa que el «entonces» y el «ahora» de la Iglesia como «organismo» vivo, como Cristo en y con nosotros. 180