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Las 5 llagas del Señor la calle «a ver si lo «cura» un coche de un topetazo». Aquí el transeúnte es de los que no esperan, le comen las ansias o los rencores. El es de los que aplican de inmediato el palo, el tósigo y el cauterio. Se ve que el camino no le ha diezmado los ánimos ni tensado los hijares. Es fiero expeditivo... Realmente es faltoso el paisanín. Pero el pobre no es del todo «normal», sino un casi casi tocado en todas las neuronas... Y el pillín es de los que pretende, y lo logra, matar una pedrada de dos pájaros. Ni duerme ni deja dormir y eso si lo sabe... Fastidia a todo el personal resignándose, si quiere, con que a los locos les va peor. Pero ahí está mi convicción: él es hijo de Dios a parte entera y un pelín más... ¡Misterio del dolor humano! ¡Oh Dios, de Dios... !. ¿Qué razón obscura se encierra en su cerebro?. Sigo esperando con la paciencia de la hermandad. A veces tengo la impresión de que los hombres -«como rebaños sin pastor»- se disgregan y dispersan por todas partes sin comprenderse del todo. Coordinándose mal que bien con sistemas, burocracias, políticas y leyes, instituciones y medios represivos. Ese gran nadie, que es todos. ¿Y la Iglesia?. Me parece bastante inútil «llorar» por la descristianización de las masas del mundo entorno, si Ella no vive a tope las «diaconías y los ministerios» saliendo a buscar... Me parece bastante fariseo hablar de disminución de vocacio– nes y prescindir de los miles de sacerdotes casados y «apartados». Me parece bastante saduceo hablar del mundo y al mundo y no darle la palabra y la escucha confiada y contentarse con el «peor es nada». Quizá desde la «marginación» la visión sea «marginal». Desde luego es experiencia fuerte ... Pero es necesario que algo se mueva con más pentecostés. Hablamos demasiado para darnos buena conciencia. Palabreamos para sentirnos seguros en la fe y en el camino... ! Queremos sentir una Iglesia bien viva y no importa menos «fuerte». Que se eche al agua como están los cristianos de a nado o de a remo. El mundo tiene mucho que aportar a la Iglesia... ¡Ojalá! logre Ella un día reencontrar más y mejor su humildad de Jesús, ser pobre y aceptar que el mundo la invite a su mesa para compartir con Ella sus «riquezas» de espíritu... El mundo es un pequeño niño maravillado y turbulento que tira de la manga a la Iglesia para contarla su vida. Ella es un adulto razonable... que le envía a dormir besándole en la frente. Evangelizar no es sólo hablar, es ante todo escuchar, dejarse invadir por una palabra nueva y encontrar en el seno de esta palabra el signo que permitirá más tarde decir: ¡Es Cristo quien está ahí!. En la Iglesia hablamos de amor. Y Pablo VI nos recuerda: «somos llamados a exagerar el amor». El amor es locura, locura en la fe y en la esperanza. Locura, alegría, liberación, viento pentecostal. La fe, ella misma ¿no es ella locura a los ojos del mundo? ¿No vive la Iglesia de fe? ¿Noes ella una Comunidad defe? ¿Entonces? Al fin el paisanín también se cansa de su concierto. Se levanta en bambolea, se aproxima a la puerta y deja su marca de identidad con unos chisquetazos de pipí. Los seNicios están al lado, pero no es su cuenta. A gritos pide que se le abra la puerta y amenaza a un imaginario opositor... Le abro y se pierde en la noche entre gritos y zigzags etílicos... cejijunto, barbicerrado en maraña, coñodicente y encabronado... Y yo estoy seguro que, contra todas las apariencias, Dios está más con él que conmigo... Dios le acompa– ña, mientras nosotros los oficiales del culto y clero seguimos empacando los mundos... 175

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