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Las 5 llagas del Señor - Padre, ¿cómo ha venido? - Porque al venirte tú, se ha ido un poco de alegría del Albergue. La pellizco la mejilla y se sonríe como una niña. Yo pienso que también está alegre porque las demás ven que la aprecio con cariño. La entrego un detalle de visita, una caja de bombones y otra bolsa que la envían las Hermanas. Hablamos con sincera alegría. Y una vez más constato la sencillez, la simplicidad y la gratitud de un ser, en lo profundo simple de corazón, como los niños. Me dice: - «¡Padre, no te acerques mucho, no sea que te contagie algo!» Asombroso. Esto, ¿en qué capítulo del Evangelio lo he leído? Esto es la bondad, pensar en el otro... Por el camino de vuelta yo me preguntaba en mis reflexiones: ¿Por qué personas de cierta práctica espiritual -también conventual- son hoscas, de dureza de corazón, contrarreformistas y suspicaces, y esta pobre mujer que anduvo por los caminos del «mal», es sencilla, humana, hasta tierna, con el corazón en la mano?... ¡Cierto!, Jesús: «al que ha «amado mucho» -a pesar de sus «miserias»-se le perdona mucho y nos precede en el Reino». Un hecho que he constatado bastantes veces. ¡Bienaventurados los «limpios de corazón», porque ellos ven y hacen ver a Dios»! Gracias, señora, por tu evangelio de sencillez! 173
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