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P. Eusebio Villanueva Viernes: 26 Nov. 1993: ALBERGUE H ay algo que me ha sorprendido casi desde el comienzo de mi trabajo en el Albergue. Es muy difícil, casi extraño, la llegada o estancia aquí de un gitano. Evidentemente que ellos van por otros circuitos. Se acercan a los servicios que ofrecen los comedores sociales. A veces a aprovisionarse de ropa. Pero esquivan los albergues como centro de acogida, de relación. Le preguntaba yo por esto a uno del albergue. Me contestó: -«Los gitanos y los extranjeros se están chupando las ayudas del Estado. Y los españoles nos quedamos a verlas venir. Y para más cabronada, este gobierno está dando sumas fabulosas de dinero a otros países pobres. ¿Y nosotros qué?. Ellos son refugiados ¿y nosotros qué?» LaTele y la Prensa nos hablan de invasión de inmigrantes sobre frágiles «pateras» o bajo camuflaje turístico. Nos informan de los grupos violentos de todas las extremas: los neonazis, los cabezas rapadas, los troskos... Ajustes de cuentas racistas... A cual– quiera le decretan una sentencia que le declara idiota útil al servicio del comunismo internacional homosexual, ya se sabe, sino le descubren parentela judía... Hay una seria preocupación ante algo, que parece estar renaciendo. Como la guerra, la xenofobia, el racismo de todo pelo, está «naturalmente» presente por todas partes. Se enracina bajo la piel de todo hombre. Nace de ese afán de dominar innato en cada uno y del miedo a lo diferente, a lo extranjero. Hay en cada uno de nosotros una energía inconsciente que se descompone en 3 grandes corrientes posibles: la ambición, la agresión y la atracción. Son raíces muy profundas en nuestra identidad. Necesitamos afirmarnos, crecer y dominar en nuestro entorno. De ahí nacen como champiñones nuestras ambiciones y dominaciones sobre la vida de los otros a poco que podamos y nos den margen. Necesitamos defender nuestro territorio de todo obstáculo y vencer las oposicio– nes a nuestras decisiones. De ahí nacen nuestras agresiones y repulsiones que marginalizan, anulan o ningunean a los otros. Necesitamos la emoción y la atracción por los otros como complemento, como ayuda, como realización. De ahí nacen el amor, la solidaridad, el aprecio, que nos religa, nos amasa a los individuos y al universo de los objetos. 156

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