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P. Eusebio Villanueva Miércoles: 24 Nov. 1993: ALBERGUE ... CRUZ-- 1airón de la mañana y del mar ha dejado el cielo azul y libre a las invasiones del sol. Yo me voy para el Albergue a mi servicio de limpiezas y trabajos de rutina. Este frío gratuito del invierno se resiente más que de costumbre. Durante la oración matutina los frailes nos abrigamos con la devoción de quienes conocen rezos de privilegios. En cambio la calle es dura con los cristianos de madrugada pronta. Yo voy reflexionando, sacándole jugo, al testimonio de esta santa del día y de «ayer mismo» ... Sor Angela de la Cruz. Murió el año anterior a mi entrada en la vida. Tuvo 14 hermanos, que ya es tener santa vida para una madre... Padres pobres, honrados, cristianos y fecundos. En Sevilla, claro, hasta donde los claveles son reventones. Sor Angela apenas sabe leer y escribir. Pero es mujer llena de Dios y bien humorada. Un cóctel de mucha fuerza. En ella será la del Espíritu. De salud precaria, enfermiza. No era «buen partido» para las escogidas monjas de un lado y de otro, donde ella solicitó ingresar. Y Dios se dijo planes: «¿Ah, si?, ¡pues ahora vereis!». Se adentró en el mundo con mucho amor en el corazón y los ojos llenos de Fe, para ver bien y ver grande. Y sor Angela vió calamidades y pobres y sufrientes marginados. Mucho dolor sin nombre ni destino... Y sintió una pena larga como el insomnio. Y decidió hacer «algo» y pronto... En los conventos había más hartura de opiniones que en un periódico contesta– tario. Y hablaban como si vendieran la verdad en paquetes contrarreembolso... No era para ella aquello y así, tan metidas en sus casas y en sus «cosas» ... Y funda las Hermanas de la Cruz para llevar una vida pobre entre ellos, los pobres. Desde ahí ya pueden eficazmente ayudar. Primero encarnarse y luego sumar las manos y los medios eficaces... Y se van extendiendo por la geografía de los barrios pobres. Humildes, visten con pobreza de barrio y se preocupan de los orillados de las ciudades. Todos caben en sus casas. A los pobres que no les falte nada, a ellas acaso sí. Es su vida y su Obra. ¡Gracias, Señor, por Sor Angela de la Cruz! Precisamos de ella así como fué. ¿De qué nos sirve tener las ventanas abiertas a 150
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