BCCCAP00000000000000000000555

P. Eusebio Villanueva En «Noticias Obreras» confesaba un Capellán de la prisión de Carabanchel: «durante 23 años que he estado aquí, sólo he visto pasar 4 ricos por la cárcel. Y han salido rápido porque pueden pagar la fianza, aunque sea de 30 millones». (15 Junio 1991) Otras causas, otras circunstancias de la cadena, son los condicionantes familia– res. Carencias afectivas, carencias de estabilidad, familias rotas y desvinculadas, ausencia de paternidad o maternidad, de autoridad responsable y situaciones conflictivas. De familias sin trabajo, por ello sin los precisos ingresos, luchando por la pura supervivencia diaria, en viviendas reducidas y faltas de servicios. Llevándo– les más tarde o más temprano a sobrevivir al margen de la ley. La ley de los que viven en una normalidad social de bienes, de trabajo, de familia y de educación... Y estos, sin «salida», «nacidos para perder», «los abandonados de Dios», los escoriados de la sociedad «normal>>, constituyen las dos terceras partes de la población reclusa... los otros son los profesionales del delito, los «accidentales» delincuentes o los «políticos» ... Muchos se sienten sociológicamente «muertos» por rechazados [laboral y socialmente continúan siendo Presos de su cárcel dentro y fuera: ex-presos], laboralmente constará en todos sus papeles a la hora de buscar trabajo. Y moralmente obligados a seguir viviendo en su celda y por los patios de rencor de sus prisiones. Y luego en la sociedad en libertad concedida, pero siempre recordada... Salir de ese círculo infernal es muy difícil, muy vertical arriba, muy casi-imposible .. . Y a la puerta de la cárcel y de la libertad le aguarda la fuga hacia adelante: la droga del algo o la de los estupefacientes. Según las estadísticas la drogadición afecta hoy a más del 60 por ciento de los que se encuentran en las prisiones. Y en gráfico– estadístico ascendente. A corto plazo incapacita para los problemas y tensiones de su vida carcelaria y a largo plazo va a la autodestrucción. Y junto a esto, y a veces partiendo de esto, otro gravísimo y alarmante problema de este colectivo: el SIDA. Las estadísticas anuncian que más del 40 % de las personas en prisión son portadoras del VIH o seropositivos. Cifras que llenan de temor y de temblor y que las han dado los organismo oficiales... ¿A dónde vamos? Este mundo de hoy me deja perplejo en muchos de sus contrastes. Por un lado, una tremenda actitud de desculpabilización de esta sociedad, -ciudadanos- para consigo misma... El concepto de culpabilidad es un complejo -dicen- miserable de la Fe y de la cultura judeocristiana, que hay que eliminar. Y por otro lado, una drástica y cainita ferocidad e intransigencia para con algunos: los presos y los que debieran estarlo -dice- por sus delitos. Se niega la culpa como una tara inmunda judeocristiana, para luego hacerla recaer sin piedad contra aquellos que se ven como amenaza a nuestra propiedad o a nuestra valoración de sociedad. Y de paso se hace en la realidad «presos» a la familia de los condenados y a su futuro, del reo y de los familiares... Hay una cruzada contra la idea de culpa... Se pretende desculpabilizar las conductas sexuales y sus entornos parasexuales, el aborto... etc... etc... Se hace militancia contra toda idea cultural o religiosa, que admita esta realidad de culpa. Y por otro lado, toda la contundencia y la mano dura, implacable, hasta con pena de muerte a veces, frente a los «delincuentes sociales». Se protesta contra los jueces «blandos». «El que la hace, que la pague» es grito de la calle y «sin remisión de penas», se añade de un tirón. Que los aparten de nuestra vista y de nuestras 144

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz