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Las 5 llagas del Señor Jueves · 18 Nov. 1993 · ALBERGUE N uestras rutinas, nuestras perezas, nuestras cuentas-cuentos, nuestra cultura ¿qué?, nos llegan a manipular la Fe y la vida... ¡y de qué manera!. Una hermosa oración para esta mañana es esta: « Señor, libranos de nuestras «muletas», que nos impiden apoyarnos en Tí». ¡Qué manias tan tercas las de nuestras autosufieciencias y autoabastecimientos! El señor A. se había ido por unos días. Ya ha vuelto al Albergue. De nuevo con su autotransporte sale y entra en el albergue y otros santos lugares de pobrería,a las horas puntuales del comedor. Ese gran reloj en el centro del vientre, el estómago, -a veces hace también de corazón y de cerebro y de sexo- rige los vacíos horarios de tantos de esta gente de Dios. Es dura una vida así, hasta conmover el corazón de un Dios-Hombre.!Qué difícil nos resulta a los cristianos leer el Evangelio con ojos de pobre, con ojos de Jesús... Si, decimos en nuestras reflexiones «piadosísimas» que «los pobres son el tesoro de la Iglesia», el que nos heredó y legó Cristo. Pero cuando se deja la teología cerebral en la estantería, sección 4ª, y se baja a los caminos de la vida, ya es otro el planteamiento. Y no nos «llena» de sosiego lo de «Iglesia de los pobres», si luego se la sirve como una isla personal a proteger... Cierto que los «pobres» no son sólo los pobres «económicos». Pero no menos cierto que entre éllos están los marginados, los machacados, los sufrientes, los empujados hacia todas las inseguridades. Y, cuando falta la fe en un Dios-Padre, ya casi todo se les va a pique. Porque en la fe El nos da las motivaciones para caminar con El, cualquiera que sea el duro,obscuro y escabroso sendero. El pobre, todo pobre, sufre como ha sufrido Jesús de Nazaret. O, mejor, Jesús continua sufriendo cotidianamente en las personas que sufren, que no tienen nada: ni una «casa» de referencia, ni un trabajo de dignidad, ni una identidad reconocida... Las rutas de Jesús, su Emaús, son ellos. Prioritariamente ellos. Yo sé que la teología se caracola o se pierde en espiral por el alto cielo en otras consideraciones tan altísimas, que la gente sencilla no las da alcance. Pero yo estoy profundamente convencido que, aunque el pobre «quisiese» ir al infierno, no irá. Porque a allí no lleva su camino. Y Cristo recorrió ese camino...Y ahora cada uno es «Dios en exilio» ... 135
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