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Las 5 llagas del Señor Sábado: 13 Nov. 1993: NOMBRADO «CA– PELLAN A MEDIO TIEMPO» - HOSPI– TAL DE CABUEÑES (PRESENTACION Y PRIMEROS CONTACTOS) E I invierno van a ser varias cosas. En orden tranquilo y sucesivo. Mi acercamiento a dos nuevas «llagas del Señor»: los enfermos y los presos. Con el alma llena de respetos y deshilada en teologías de la «marginación». Pobreza-enfermedad– prisión son heridas humanas y «llagas» de crucifisión ... Asumo esas presencias. Las formalidades burocráticas, como siempre, enojosas y necesarias. Ya tengo una muy larga experiencia de estos protocolos. Al fin recibo el nombramiento de Capellán a medio tiempo en el Hospital de Cabueñes. Haré la permanencia de 24 horas de Lunes a Martes (de 9 a 9 h.) y las suplencias que se presenten. Esta mañana estoy convocado para las presentaciones y puesta al corriente del Trabajo Pastoral con los 2 capellanes, que me acompañan, me presentan, me informan, me aconsejan... Encanto y sencillez y cordialidad muy destacables en ellos. El compa– ñerismo me parece de calidad de fraternidad. Todo esto no siempre es evidente, ni siquiera en vida de comunidad ... Por eso es más de agradecer como don de gracia. Comenzaré pues el lunes próximo, a las 9 h. de la mañana. Precisamente pasado mañana. Un breve tiempo para ir perdiendo el miedo a sus claves más superficiales de servicios, espacios y personal, esa vasta nomenclatura en la que uno comienza por sentirse extraño y parte presente e implicada. Mientras se va creando y creciendo una solidarirad, no blanda e impersonal de visitante, sino comprometida y escuchante... Cuando me puse la bata blanca de capellán sentí de nuevo aquel respeto emocionado hace 25 años, cuando me revestí el «mono de trabajo» en la fábrica de Bruselas... ¿Impresiones de mi primera visita a los pabellones y sectores? Es todo un «magma» de sensaciones, impresiones, emociones. Ese vasto mundo al asomarte y ver. Cosa linda y primaveral esa «matriz» del Hospital, esas manos de maternidad, que son la Sala de «Prematuros» y la de «Nidos». Donde esas «crías» de Dios llegan 125