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P. Eusebio Villanueva nacidos del vientre de este mundo-madre. La sociedad se nutre de lo pequeño, del plancton de vida humana. Y excreta frustración, fracaso, nauseas de vivir, y a veces suicidio. Sus 7 pecados capitales son como unos 24... Lo grave no es el pecado origi- nal, sino las fotocopias que ha sacado esta sociedad... Es claro que nos asomamos a un nuevo mundo. Quiera Dios que los cristianos estemos «al loro» de este nacimiento con un bautismo nuevo y no nuestras viejas circuncisiones de textos morales... Anuncian desde la otra punta del mundo el hallazgo feliz del último elemento des– conocido de la materia, el sexto quark, una partícula hecha de nada. « El quark es una cienmillonésima parte de un protón, que es a su vez una cienmillonésima parte de un átomo, que es una cienmillonésima parte de un milímetro. O algo así». Ciertamente que es más apabullante lo infinitamente pequeño que lo grande. Al interior de esta sociedad y de cada ser humano hay también unos quarks, que en esta hora del mundo, hay que meter en el acelerador de partículas de la Fe y del Amor para comprender este futuro próximo en el que entramos en parto... En el Albergue me encuentro con una señora que suele venir de tarde en tarde. Esta señora orillará ya los 83 años. Hoy tiene la cara hecha un «cristo» de golpes y magulladuras. Crujiendo toda ella como una madera antigua y dolorida... Se explica diciendo que dormida en un banco se ha caído. Y que un matrimonio la ha encontrado en medio de un charco de sangre. Una variz de su pierna reventada... Pregunto a la sabiduría del pueblo [algunos residentes]. .. Esos moratones son de golpes y muy brutales. La pobre no sabe dónde se mete... Anda por el parque de la Plaza de Europa. Y, ahí a ciertas horas, no entra ni la policía. La han robado y golpeado salvajemente... Esto es feo como pegarle a Dios. Es una anciana y en la calle de Dios... Me parece que esto es casi toda la verdad, al menos lo más verosímil. Es comien– zo de mes con su «pensioncilla» ... botella de «vino sin sopas» ... zona de drogatas... y abandonada junto a su botella y su sangre. Yo me pregunto: ¿son tan desgraciados para ser tan crueles?. Recogida y curada en el Hospital, vuelta de nuevo al puerto del Albergue. Nueva ropa y repuestos. Pero no parará. Volverá a la calle y al peligro... La sociedad pone inyecciones en patas de palo. La pobre es una hechura de la vida y la soledad: agresiva e inadaptada. A veces la encuentro en la calle y hablamos. Su hablar es desahogarse. Ya la he acogido algu– nas noches del Sábado, traída por la policía, recogida de cualquier banco del parque. De Dios para abajo todo lo descabeza con más dolor que saña... ¿Qué se puede hacer? En una Institución-residencia no quiere entrar... La vida y la sociedad, desde que nació allá por tierras astorganas, la ha golpeado sin piedad. Hoy ya no acepta más que el auxilio inmediato y puntual en el «ya no puedo más» de cada circunstancia. Y... luego... ser libre, otra vez libre... Cualquier noche habrá terminado su larga andadura de 83 años... Ellos ya no te cuentan los momentos de respiro, sólo los del dolor de su víacrucis inacabado e inacabable de miseria... Arboles-corteza, que se agarran a la vida, la pobre vida, hasta el último suspiro de vida y de libertad. Hambre vieja que da para ir tirando... Hasta que caen muertos de tanta mortandad... Y una vez más sus funerales se habrán equivocado de muerto. Así es lo que es, hasta que ya no es. Como si se hubiera perdido en una grieta de un tiempo muy lejano. Son seres sin historia, ni para la sociedad ni para el cementerio. Caminando por este mundo como borrachos a los tumbos, que no pueden recordar el 118

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