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Lector atento de cuanto se legislaba y de lo que se debía legislar; de la historia del pasado obrero (porque "agua pasada sí mueve molino") y de la historia que aún está por construir. Sus ojos afilados sabían descubrir lo que se escondía y lo que se disimulaba, lo que se decía y lo que se intentaba callar. Pelo negro, revuelto de peine y caricia digital, protegía un cerebro de libre circulación una vez pasada su insobornable aduana mental. Su boca descarada y de balaspalabras, de llamar las cosas por su nombre de bautismo, de dialéctica ni mesiánica ni retórica, de palabras que significan lo que dicen no más. ¿Su talla?: un metro setenta y tres, derecho, sin bisagras y sin elasticidad vertebral, delgado y enjuto, dolicocéfalo y tieso como un chopo zurrado por los vientos. Y no por casualidad es Responsable Sindical. Huyendo de la ambigüedad ideológica de los pasotas y de la equidistancia neutral, que es siempre tendenciosa, por aquello de la totalidad del "dentro o fuera", "conmigo o contra mí". Su mística tarea es despertar y ayudar a digerir y asimilar la CONCIENCIA DE CLASE. Dificil militancia en estas ciudades devoradoras de conciencias y rebañeadoras de la base. Luchando por unir, formar e informar a las gentes sin que se le escapen de la mano como pastillas de jabón, entre reivindicaciones laborales y convenios colectivos, usando esto como cebo y lo otro como objetivo. Pero sin jugar a "correa de transmisión", sino de estimulante contestación para la autoformación contra un socialismo estatal, y por un socialismo autogestionario. 219