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Ya no serán esclavos de la noche sin estrellas. No serán arrastrados por los remolinos de los hombres de la guerra hacia el infierno de la destrucción termonuclear de la tierra. Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. La verdad y el amor tendrán la última palabra. Y la justicia la primera, la última y el medio. La vida será más fuerte que la muerte y su criterio. Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. Pronto brotarán las fuentes de la nueva vida. Y se renovarán la juventud y las conciencias, todas las grandes fuerzas de la fecundidad divina. Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. La sociedad se irá despojando de sus centralismos, de sus burocracias, de sus jerarquías dominadoras; y el mundo se fiará de los que amen y lo demuestren. Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. Desaparecerá el mundo de violencia cotidiana, de desequilibrios, despilfarros e injusticias, donde unos mueren de hambre y otros de hartura. Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. Los Ministerios de armamentos ya no devorarán los necesarios presupuestos nacionales y la paz, con la amenaza de destruir toda vida en la tierra. Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. Vivir ya no significará más "ganarse la vida", ni una tenaz lucha por sobrevivir ante los fuertes. Ni el ahorro obrero el embalse de cobertura de los "sátrapas". Y el corazón, nuestro corazón que late en la espera. 214

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