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Pero lamentarse no es arancel del camino. El lloriqueo, la eterna queja, por los males que uno sufre, culpando a los demás, es intolerable y no sirve para la "Larga Marcha" hacia una Nueva Sociedad. El Cristo lo dijo ya: "los llorones en el Reino no entrarán... Son los eternos "mamones", que esperan de arriba todo hecho y decidido, mascado, ensalivado, como el bolo deglutivo, para el sólo esfuerzo de tragar. Ya es hora, es urgentemente hora ya, que miremos nuestros fallos, nuestra falta de lucha nuestra ausencia de interés, acabar con la desunión y alentar una seria formación. El Pueblo nunca logró la conquista de sus derechos llorando por las esquinas II del mundo y las Instituciones. Que cuando hay tantos muertos, quejarse es faltarle el respeto al dolor. Tampoco huyendo, como campeón olímpico, encogidos de piernas y de espíritu, como un can ovejero y lanudo, 136
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