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Más expeditivo, pero también menos justificado, es declarar lisa– mente la propia ignorancia, como prefería, en 1966, G. M. Addy en su excelente estudio sobre la ilustración en la universidad de Salaman– ca, en el que proclama «dates unknown» los biográficos de fray Fr.an– cisco, luego de dedicarle dos elogiosas páginas 6 • Tampoco es del todo objetivo R. Herr, cuando afirma (1958) que Villalpando explicó por igual, en su física, el sistema de Tolomeo y el copernicano, pues lo que hizo fue rechazar tenazmente el primero en todos sus escritos, gloriándose de ser una excepción en España como defensor del segundo 7 • Si de esas fechas, relativamente recientes, pasamos a la primera mitad del siglo xx, el resultado no es más alentador. Así, en 193 2 el insigne historiador A. Ballesteros ponía, a bulto, idéntica etiqueta de «escolásticos» a dos antípodas tan poco conciliables como Manuel Bernardo de Ribera y Francisco de Villalpando 8 • Matizando algo más el contenido del célebre curso filosófico del capuchino, pero sin mucho mayor acierto, escribía en 1923 un histo– riador de la universidad donde estuvo más en vigor (la de Cervera, 1779-1802), que en él «se defienden ser innatas las ideas fundamenta– les, el ocasionalismo, el atomismo, y se burla del entendimiento agen– te», asertos tan descabellados en conjunto como el de que Cervera no lo aceptara por texto filosófico hasta 1788 9 • Familiarizado con el tema desde otra perspectiva, pero con no disi– mulada prevención antiescolástica y en antítesis, por ello, con el autor precedente, lo aireaba en los primeros años de nuestro siglo el notable 6. G. M. AnnY, The Enlightemnent in the University of Salamanca (Durharn 1966) 137. 7. R. HERR, España y la revolución del siglo XVIII (trad. Madrid 1964) 142. 8. Historia de España y su influencia en la Historia Universal IX (Barcelona 1932) 325: «Cierran la lista de los escolásticos D. Félix Torres Amat, arzobispo de Palmira (Logicae rudimental, el jesuita Padre José Pons, fray Manuel Ber– nardo de Ribera y fray Francisco de Villalpando». Sospechamos que Ballesteros y Beretta depende en este punto de la no muy depurada clasificación del Me– néndez Pelayo juvenil. 9. F. V11A BARTOLI, Reseiía histórica, científica y literaria de la Uniuersidad de Cervera (Barcelona 1923) 222-3. Más sorprende el silencio sobre la larga vigencia de su curso y, a través de él, de la enseñanza de la filosofía moderna. en la universidad catalana, en historiadores como I. CASANOVAS, La rnltura cata– lana en el siglo XVIII. Finestres y la universidad de Cervera (Barcelona 1953) 253, y M. BATLLORI, en Diccionario de historia eclesiástica de Espaíia IV (Ma– drid 1975) 2620. 8

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