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gara a sus fautores a costearlo, ahorrando caudales al arca de la um– versidad: «Con este dinero, y el que está pagando nueve años hace, contra toda ley, a los Doctores encargados Je dar a luz un Curso filosófico que satis– faga los deseos de: la Nación (que no me atreveré yo a asegurar se acabe, por estar uno ciego, otro enfermo, y tener el otro cinco tomos en folio de Física), pueden, Señor, con estos 75 doblones anuales y lo que cues– ten las copias (que no será poco, si han de ser 36, como los Méritos de los Opositores a Cátedras que se reparten a todos los Señores del Con– sejo) comprar libros modernos, que faltan infinitos, e instrumentos de Fí– sica Experimental que, aunque hay algunos, no bastan para cumplir con las Ordenes ele V." A.a para este fin; pero esto no se ha tomado con tan– to empeño, porque les parece que, sólo con que se promueva este esfu. dio, se destierra el de la Filosofía peripatética» 42. El veredicto del joven rector ponía el dedo en la llaga: si la adquisición de libros modernos e instrumental científico no despertaba en su universidad tanto interés como el multicopiar su sentencia contra la filosofía moderna, debíase a que aquel par de iniciativas podría, con el tiempo, poner en peligro no sólo la hegemonía, sino la presencia de la antigua. Y, aunque su visión fuera un poco unilateral, ponía de manifiesto los puntos de máxima fricción entre ambas, a juicio de un ilustrado, para cuya época el nombre de filósofo y el de sabio o científico habían llegado a equipararse en el lenguaje erudito. Su aserto no podía ser más certero y profético en lo relativo a las «físicas» de las dos filosofías en lid. El tiempo se encargaría de demostrarlo. 6. Nueva defensa de la "Philosophia" por los ilustrados Si los peripatéticos se habían salido con su plan de lograr una condena masiva de su rival y de pregonarla a los cuatro vientos, para convertir el manual de Villalpando «en la mojiganga de la Filosofía y de la Nación», según su laudatorio eco en las Cartas Aristotélicas 43 , 42. AHNC leg. 5539 n. 34 f. 125v. Entre las obras adquiridas por la biblio– teca de la universidad en 1789 se cuentan algunas de Wolff, Amort, Malebranche y las siguientes: de Filangieri la Ciencia de la legislación, de Genovesi la Meta– física, de Berti el Compendio teológico, de Newton la Aritmética, de Buffon los 33 tomos ele la Historia natural y de Paulian, Opera medica (damos los títulos según aparecen en el L. 244 bis f. 570, correspondiente al período de noviem– bre 1787 a noviembre 1789 ). 43. Indicio de ello son no sólo el afán de multicopiar el dictamen y hacerlo llegar a todos los miembros del Consejo de Castilla, como para recordarle, entre otras cosas, su infidelidad al viejo compromiso con el texto de Goudin, sino 66

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