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3. Fe, progreso y "librepcmamienton No pensaba Villalpando, ni remotamente, impugnar la universidad como institución, o la ensefianza de la teología y de la filosofía, sino la suprnesrructurn peripatética de las mismas, a la que consideraba causa importante del retraso nacional, así como en el progreso de otros pueblos veía el efecto de haber superado una situación antes común. Comparando los diversos países europeos, no percibía dife– rencia mayor, a ese respecto, que el haberse abierto unos a la cultura moderna, cuyas muestras señeras eran su ciencia y filosofía, y el con– tinuar otros cerrados a ellas. En cambio, el horizonte de sus adversarios no era ese de los ade– lantos materiales, científicos y técnicos, hijos de la «filosofía moderna», sino el de la ortodoxia religiosa y su defensa, estrechamente vinculadas a la filosofía escolástica 16 . Estaban prontos a reconocer y asimilar ciertas ventajas derivadas del lado práctico de aquella filosofía, pero ¿cuál era el mérito de la misma en su vertiente especulativa, tanto de la sistemática como de la ecléctica? Ninguno, en su opinión, y mucho menos para la inteligencia y defensa de la fe 17 • ¿Qué tenían que ver con estas concepciones como 16. ,,Felices, por cieno. la Inglaterra. la Alemania, la Prusia y la Suech1. en juicio del P. VilJalpando, porque, si ,dgún tiempo tuvieron la désdicha de padecer los perjuicios enormes que induce precisamente la Filosofía antigua en donde se estudia, ya a benc!icio de la que se introdujo años ha en aquclloo Países, estarán bien dirigidas sus lglcsins. reformadas sut; costumbres, v flore– ciente el Esrndo, cuando en Esp,n'ía, por el contrarío, debiera verse obscurecida la fe. enervada la disciplina, la disolución triunfailk, y lánguida la República. A tales extravagancias precipita el cmpcüo ele introducir novedades que no es regludo por la moderación y el juicio» (ibid,, f. 96v.). Con perspectivas tan desiguales ern difícil llegaran a encontrarse los planm cle los respectivos discurws, más aun si se trataba d<: reducir al absurdo al ad\'crsario, corno cuando escriben: ,,Bien sabemos que no se han de fomentar los defectos \'erdaderos que se encuentran en la Patria con la adulación v la liso;ija. Pero ¿hay en España tantos y tales como los que el P. Villalpundo cnrnrece:' ¡De esta suerte, sería más hórrida, más inculta y rn:Ís infeliz que la S:mnacia antigua y la Siberia actual» (ibid., H. 97v.-98). 1,. El enfoque apologético está presente en todo el extracto, plasmado en asertos como estos: «En la doctrina católica no necesitamos rebuscar las verdades, sino defenderlas». «Es cierto que los Escolásticos, aunque los llama zafios. in– cultos y huéspedes en la genuina Filosofía y doctrina sana, como lo hace el P. Villalpando sobre su palabra, mirarán con ceño toda novedad filosófica que tenga conexión. o pueda tenerla, con lo que enseña la fe» (ibid., f. lülv.). 48
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