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sonreiran, por ejemplo, ante quien declare ignorados todos los datos biográficos del personaje, ya que, si bien hemos podido esclarecer algu– nos sustanciales, su silueta se hallaba delineada en lo fundamental y dada a conocer por los historiadores de la Orden 16 • Aunque también entre éstos haya ocurrido algún desliz de peso, como el de empalmar uno de ellos el curso vital de Francisco Javier de Villalpando con el de otro religioso casi homónimo y profesor igual– mente de filosofía, fundiéndolos en uno solo 17 • Es forzoso, sin embargo, dejar constancia de que nadie, desde la perspectiva que sea, ha acometido la empresa de estudiar de conjunto y monográficamente su poliédrica personalidad ni, en particular, su filosofía, pues, como advierte el que más se ha aproximado, «de su valor intrínseco no nos ocupamos sino de pasada» 18 , o quien más reciente y densamente ha entrevisto la importancia de este tema: «In– vestigationes in philosophia P. Francisci adhuc omnino desunt» 19 . Efectivamente, está por hacer el estudio complexivo de su actividad y el específico de su obra filosófica. Proyectados ambos en el entramado cultural de la España de su tiempo, es donde cobraría relieve y ámbito nacionales su aporte a las reformas de la Ilustración española en cam– pos tan heterogéneos como el cultivo de las ciencias naturales, la ora– toria sacra, la filosofía y la defensa polémica de su país. Esta multiforme actividad giró en torno a un común denominador: reforma mediante la Ilustración. Desvinculada de esa circunstancia histórica, su contribución se des– dibuja, como la de tantos españoles coetáneos. Pues tan cierto como que hay hombres que hacen época, lo es que hay momentos en la historia que hacen y arrastran a sus hombres. Si el siglo de oro fue 16. ANDRÉS DE PALAZUELO, Vitalidad seráfica I (Madrid 1931) 224-8; B. DE CIUDAD RODRIGO, Estadística general de los Frailes Menores Capuchinos de la Provincia de Castilla 1609-1909 (Salamanca 1910) tabla 78; B. DE CARROCERA. La Provincia de Frailes Menores Capuchinos de Castilla, II: 1701-1836 (Madrid 1973) 203-6, 557-66, etc.; Un capítulo de la historia de la filosofía en EspaHa: La obra filosófica del capuchino Padre Francisco de Villa/pando, texto oficial e11 las universidades espaíídlas, en EstFranc 49 (1948) 56-78, 379-89; MELCl!OR DE PoBLADURA, Los Frailes Capuchinos en Castilla. Bosquejo histórico. 1606-1945 (Madrid 1946) 184-7; Lexicon Capuccinum (Romae 1951) col. 641. 17. A. DE PALAZUELO, o.e., 224. Lo confunde con otro P. Franci~co de Villalpando. que ingresó en la Orden en 1803 y era lector de filosofía en 1829. 18. B. DE CARROCERA, Un capítulo, 57. 19. H. BoRAK, Influxus pbilosophiae modernae in scriptores capuccinos. en Miscellanea Afelchor de Pobladura (Romae 1964) II, 161-5. 11

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