BCCCAP00000000000000000000552

92 SUCEDIÓ EN LA TIERilA zado por la Iglesia Católica de aquel país. Usted, que es una persona bien informada, sabe de sobra que los católi– cos yanquis, junto a sus templos, tienen sus salones de baile. Parece ser que esto constituye un magnífico medio de apostolado entre ellos. Y esto a nosotros nos choca, nos extraña y no lo comprendemos. Los bailes y la Iglesia... , ¿pero es que se pueden casar esos dos términos? Pues parece ser que sí, por lo menos en Norteamérica, donde casi todo es posible. Sobre esto advierta que en aquella nación el baile que priva no es precisamente el regional español, sino el que se ejecuta, usando palabras inglesas cheek to cheek, mejilla con mejilla. Y, claro está, a uno todo esto se le antoja difícil de digerir. Porque sucede que la naturaleza humana reacciona de modo similar bajo todos los meridianos-aunque éstos pasen por Estados Unidos-, y una mejilla de hombre junto a otra de mujer no parece que engendre pensamientos de santidad en ninguna parte del mundo. Pero es que, además, hay otra razón que dificulta la adopción de una postura moral frente al baile. Usted habrá oído decir que el baile, de suyo, no implica necesariamente pecado mortal, no se ve por qué forzosa– mente se ha de pecar en él... Hasta desde los micrófonos de Radio Nacional se lo ha dicho a todos los esoañoles cierto charlista competente. Teóricamente, se dice, el baile entra en el amplio campo de lo indiferente; suponiendo que lo indiferente exista en la órbita de lo moral. Mas yo, con una autoridad completamente nula, me per– mito apostillar interrogaciones a las dos afirmaciones que preceden, y que parecen apoyar la licitud de esa diversión; la afirmación teórica-el baile es de suyo lícito-, y 1a práctica-el baile en Estados Unidos está organizado. en un notable porcenta.ie , por entidades católicas. ... ¿Que el baile es, de suyo, lícito? ... Personalmente no comprendo cómo esa interrogación que yo abro-¿El baile es de suyo lícito?-puede ser gritada o escrita públicamente y en plan positivo-el baile es de suyo !ícito-por personas de criterio. Cualquier seglar, con un mínimo de serenidad mental, y cualquier sacerdote que haya ejercido ligeramente el ministerio sagrado, se verá forzado-si es sincero-a po– ner serios reparos a esa diversión. Todavía recuerdo la lec– ción que dos jóvenes me dieron en León hace algunos años. A aquellos dos chicos les decía yo que el baile. en los hom-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz