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PADRES. ~L\DRES. ESPOSOE, dírlo, y además contraproducente en grado sumo-seguir siendo usted quien dé los problemas resueltos a sus hijos. No viene a nada que, como norma, le diga el día que debe comulgar y el espectáculo a que puede asistir. Claro que tampoco se debe alejar tanto de la vida religiosa de su hijo que no divise por dónde anda. Lazarillo no puede ser, pero tampoco distanciarse a kilómetros. Usted debe poder repe– tir aquello que gritaba en una asamblea el Cardenal de Bourdeaux a sus sacerdotes jóvenes: "No os pierdo de vista, muchachos." Y está bien que así sea. Y usted piense que así debe ser. "Equilibrio difícil en la educación religiosa de los hijos... '' Equilibrio difícil ... ¡Ya lo creo! Debe exigir una enorme potencialidad de cálculo eso de ir concediendo paulatina– mente libertad religiosa a sus hijos. Acertar con el momen– to oportuno, prepararlos adecuadamente para vivir solos su religiosidad, esto es francamente difícil. Pero para usted -padre, madre-es ésta una tarea que le viene impuesta de forma ineludible por su oficio. Ineludible, difícil, pero inefablemente bello este su trabajo de forjador de hijos cristianos. No lo olvide y procure esmerarse en preparar a sus hijos para el uso de una libertad que a su debido tiempo deberá concederles.

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