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!'Al)!ffS. ~!ADHES. FSPl,SllS El relativismo--como fórmula de contestación para todas las interrogaciones imaginables-no se puede admitir. Pero no cabe duda de que tiene, en un justo medio, fuerza y valor. No vamos a decir-no lo decimos en absoluto-que todo <.;S relativo. Eso es falso. Pero sí decimos que mucho es rela– tivo, que mucho depende de la perspectiva, o más vulgar, del color del cristal con que se mire. ¿Cuándo un hombre es equilibrado? ¿Cuándo ecuánime? ¿Cuándo guarda el justo medio en sus actos, en sus pala– bras? He aquí algo sumamente difícil de señalar. ¡Una au– téntica aventura! Y para la vida religiosa vale también la dificultad. In medio virtus, se dice en latín; y en castellano: en el medio, la virtud. Pero ¿dónde está ese medio? Y, dejando a un lado las distinciones de escuela, uno piensa en la linterna del viejo y escamado Diógenes. Porque, fíjese usted al esposo le parecerá re- zar el rosario todos los domingos y fiestas, y a la esposa le entrarán inquietudes lacerantes de conciencia si no lo reza todos los días. Otro caso. Viene un aldeano y se le pregunta: "¿Blasfema usted?" Y él: "No, señor, eso nunca." Pero a otro que llega detrás se le insiste: "¿Blasfema usted?" Y su contestación: "Hombre ... , ya sabe usted... , es necesario para que las mulas tiren." La ancianita se pasa el día re– pitiendo oraciones, y el señor del piso de arriba no reza jamás porque tiene muchas ocupaciones. Y uno mismo sien– te un acceso de religiosidad y hasta hace Ejercicios Espi– rituales en Cuaresma, y luego en verano, como el calor molesta, se viste de forma provocativa o alimenta plácida– mente pensamientos inconfesables. ¡Equilibrio! ¿Quién hay que posea "esa rara y bella cosa"? También en la vida espiritual religiosa cabe una con– ducta moderada-virtuosa-y otra extremista-viciosa-, en el medio está la virtud; cierto. Pero dar con ese medio y mantenerse en él, es tan expuesto y difícil como hacer ca– briolas en el alambre del circo. Y vamos ya decididos en busca del tema: "Equilibrio difícil en la educación religiosa de los hijos." Los niños esos que Dios le dió van dejando de serlo. Ella, con un gesto mohíno de pena, se cortó las trenzas y las guarda como recuerdo de una edad que no volverá; a él ha comenzado a ennegrecérsele la parte esa de la cara donde

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