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SORAYA: UNA MUJER DE OJOS TRISTES "La ley ha vencido al corazón. La reina de los ojos verdes ha perdido la felicidad de su -vida. Una felicidad condi - cionada a un acontecimiento que no ha llegado ... Su be– lleza, su juventud, su elegancia, su posición, han quedado relegadas a un segundo término, para dejar paso a la mujer que no pudo ser madre." La Actualidad Española publicaba esas palabras en un reportaje en el que se intentaba his– toriar el triste final matrimonial de Soruya, la emperatri;.; persa que paseó su elegancia y su bondad por las calles madrileñas ya hace algunos años. Por lo demás, ustedes conocen los acontecimientos. El pueblo persa y su Sha estuvieron esperando varios años un hijo que no terminaba de llegar. Y aquel niño no solamente no llegaba, sino que definitivamente se negó a nacer. Soraya, al fin, se tuvo que convencer; era impotente para tener descendencia. Pero esta conclusión, por otra parte, era trágica. Con ello quedaba planteada una cuestión delicada en extremo. La prensa y las emisoras persas comenzaron a hacerse, cada vez con más frecuencia, esta pregunta: ¿quién heredará ei trono de la nación? ... El problema se solucionó como usted ya sabe: se llegó al divorcio, a la separación. En adelante, por las rutas elegantes de Europa rodará un brillante coche, paseando un rostro femenino, en el fondo triste y amargo: el rostro de una mujer que no pudo ser madre.

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