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PADRES. MADRES. ESPOSOS deberá, si tiene un elemental sentido común, hasta vestir como le guste al marido. ¿No supone mucho esto para la mujer? No digamos nada de ciertas renuncias íntimas que deben costar mucho. La vida de la esposa adquiere un carácter de sacrifici0 y negación que en ocasiones impone. Y está bien que ellas lo sepan. Está bien que ellas vayan alegremente al matri– monio; pero no estaría mal que pensaran que además de hacer lícitas ciertas efusiones sentimentales, además de concederles esa cosa bella que es la maternidad, además de asegurarles el valioso apoyo que es el hombre, además de todo esto el matrimonio implica, también para ellas -podríamos decir que sobre todo para ellas--, una notable renuncia a la libertad. Y hay que saber renunciar con alegría y sinceridad a esa libertad. Lo contrario es en extremo arriesgado. Eso de querer conservar la libertad que se gozó antes del matri • monio, después de haber realizado éste, supone exponer muchas cosas; nada menos que queda amenazada la paz en el hogar, y si no la paz externa, sí la interna, la que es sinónimo de felicidad. Puede ser que, efectivamente, él o ella se refugie en los amigos; no están dispuestos a vivir exclusivamente para el otro cónyuge, sino en un grado muy relativo. Pero esto no se puede hacer sino a base de grandes quebrantos. Por– que ... el otro cónyuge, ¿qué hace mientras tú pasas un rato agradable con los amigos o donde sea? Si es él, el que espera, maldecir de su suerte y de la hora en que se ie ocurrió casarse, y preparar una escena fuerte para la no– che; y si es ella, disimular su tristeza para que los niños no noten nada o llorar en su habitación mientras pide a Dios fuerzas para seguir aguantando... Pero todo esto es lamentable de veras. Hay que saber convivir; hay que saber renunciar a gus– tos, a caprichos, a salidas, hay que renunciar, resumiendo, a una parte respetable de la propia libertad. Y, repito: no estaría mal que los novios pensaran, antes de decidirse por el matrimonio, en este tema. A lo mejor más de 1i1.no descubriría que él no había nacido para el matrimonio; descubrimiento que es mucho mejor hacerlo antes que después de estar casado. En todo caso, les ser– viría para evitar ciertas sorpresas desagradables al día siguiente de su boda.

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