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INDEPENDENCIA MATRIMONIAL Hay un tema matrimonial interesante. Bien, sí; hay mu– chos, ya lo sé. Pero yo sólo quiero mencionar uno; en estos ensayos breves no vamos a dar cabida a todo un tratado matrimonial, ¿no? Pues verán ustedes. La escritora norte– americana Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura, des– cribió, maravillosamente bien por cierto, el tema al que alu– do. Ella, Pearl S. Buck, tiene una estupenda novela titula– da Los parientes. Y en esa novela una joven señora confía a su amiga cómo llegó al matrimonio. Dice así: "Un día me dijo mi padre: "Alguien me contó que el doctor Su (un mé– dico muy rico y famoso) se va a divorciar. Desde luego, no puede vivir divorciándose siempre. Debe tener una esposa. ¿Te gustaría serlo tú?" Al principio no me gustó la idea, y así se lo dije: "Papá, supón que ha adquirido el hábito de divorciarse, ¿cómo me sentiría yo si algún día se divorciara también de mí?" Pero papá me dijo: "No; todas sus mujeres fueron unas estúpidas. Pensaban sólo en que él era su ma– rido; no se les ocurrió pensar también: "Yo soy su esposa." Tú no eres tan estúpida. Cuando te cases pensarás en él primero." Entonces dije que bueno." Hasta aquí, Pearl S. Buck. Yo creo que ustedes, con simple leer la cita, ya habrán intuido hacia dónde apunto. Las tres primeras mujeres del doctor Su fracasaron, según la gran escritora yanqui, entre otras cosas por esto: "Pensaban sólo en que él era su ma– rido; no se les ocurrió pensar también: Yo soy su esposa." Esto es básico. Sobre todo para los hombres. También pan.

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