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l\'.IADRES A LA VISTA (Febrero de 1957) ?or mucho que se empeñen los periodistas, la cosa no deja de ser trivial. Y si es que el calificativo de trivial no le cae, pues la maternidad, por más que los hombres y las mujeres se esfuercen en desvirtuarla, siempre será algo inefable, por lo menos sí le viene bien el de ordinario. El hecho de aue dos mujeres casadas vayan a ser madres, no es noticia; po– drá ser reclamo comercial o disculpa para llenar lineas en la nrensa, pero noticia digna de subrayarse, no. Y ello aun– que esas mujeres que van a ser madres se llamen Grac(~ Kelly y Gina Lollobrigida. Desde los tiempos ya viejos de Eva viene sucediendo aue las mujeres sean madres. v todos los días están pasanrlo por ese trance miles de entre ellas. En consecuencia: que la nueva no merecía ser tan ialeada. (;Jaro que no todas las que se preparan para ser madres tienen la, suerte, o desgracia, de lucir un nombre tan mun-– dialmente conocido como el que llevan esas dos estrellas de cinP. Y aauí se encuentra la disculpa-seamos benignos– para los periodistas. Los pobres-siempre los periodistas son dignes de lástima-juzgaron fundadamente que Grace Kelly v Gina Lollobrigída nos eran más o menos conocidas de to– dos. Pero, evidentemente, no iban-con el censo nacional en la mano-a darnos la noticia a cada uno personalmente. Y ahí los tiene usted embarcados en lo que ellos llaman "grata tarea" de anunciarnos el fenómeno insólito ( !). Primero fue de la rubia yanqui, de la irlandesa america-

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