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«REYES» PARA LOS NOVELISTAS Uno que necesita dinero angustiosamente no deja de sentir tentaciones de escritor. Cuando tantos libros, según dicen, de valor dudoso son premiados en competiciones públicas, quizá merezca la pena lanzarse a la aventura. A lo mejor se embolsa uno algunos miles de duros, y la verdad, dado como están las cosas, bue– na falta hacen. Las oportunidades, por lo demás, sobreabundan. Va ocurriendo aquí como en comercio: a cada vuelta de esquina existe el anuncio de una liquidación asombrosa que se ofrece como negocio único. En literatura también proli– feran las "gangas"; nuestros hermanos de todo el mundo tienen el Nobel; nuestros vecinos del Norte, entre otros, el Goncourt, y nuestros vecinos de piso pueden optar al "Me– norca", "Nadal", "Ateneo de Valladolid", "Ciudad de Sevi– lla", y no sé cuántos más. No podemos quejarnos de que se nos escamoteen las oportunidades de hacernos con mucho dinero y de que se nos niegue la posibilidad de empinarnos sobre el pedestal de la fama-dos cosas que, más o menos, todos ansiamos-. Más bien existe exceso de ocasiones para ello. Cierto que no es igual beber unas copas de "Soberano'' y recibir una papeleta con opción para la rifa de un "Seat" o una nevera que escribir un libro con trescientas páginas de interesante literatura. Pero quizá sea cuestión de poner– se a ello. A lo mejor su futura novela le resulte a usted, que