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Estos ensayos, amigo lector, son su– perficiales; ésto lo entiende inmedia– tamente cualquiera que los lea; us– ted también claro está . Pero quiero advertirle que conscientemente se hi– cieron así : superficiales. ¿Por qué? Es sencilla la respuesta. Verá: se es– criben cosas para que se lean, ¿no? Pues entonces, si se desea ser leído, se tiene que ser superficial. Porque se trata de que a uno le lean aquéllos para quiénes escribe. Pero si se es– cribe para gente superficial, o para gente inteligente ; pero sin tiempo !)ara detenerse a pensar --que es a quienes yo dedico estos ensayos-, en • tonces hay que exponer pocas ideas, y éstas masticadas. Lo otro, escribir largos y razonados libros para un gran público, para un "público de calle", es perder el tiem– po. Y ya se advierte que perder el tiempo fué un lujo que se pudieron ' permitir nuestros abuelos, pero de nin– guna forma nosotros. Nuestras cosas - nuestros libros-, deben ser funcionales, prácticos, que se adapten al fin que pretenden con– seguir. Por eso, se es superficial en este libro. Este libro va d irigido a ese hombre que llega a casa a las nueve de la noche y no tiene ganas sino de distraezse: yo escribo aquí para la se– ñora ésa que se preocupa todo el día de los niños y no está para seguir un largo discurso. escribo para quie– nes no pueden o no quieren pensar sosegada y extensamente. Por eso es- / Sigue en la siguiente 1olapo..)

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