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1G8 SUCEDIÓ EN LA TIERRA esas fincas sin frontera, son un torturadero de conciencia para todo el que se lance camino adelante con la sana in– tención de hacer bien a los hombres y solucionarles sus di 4 ficultades. ¡Fincas inmensas rodeando, atenazando, a pueblos mi– sérrimos! ¿Hay derecho a eso? ... Es particularmente difícil descender a casuística. Y ello porque la verdad y el ser humano son cosas de enorme com– plejidad. La Iglesia reconoce así las cosas. Ella tiene que hacer casuística con frecuencia; por mucho que lo intente, no puede ladear siempre el tema enojoso del caso nimio y pequeño. No obstante, insisto, la Iglesia oficialmente rehuye pro– nunciarse sobre casos concretos, a no ser éstos muy claros. Y en relación con la justicia, con ese mandamiento engorroso que vela porque cada cosa sea de su legítimo dueño, extrema su cautela. Porque no basta con afirmar una cosa evidente: no es justo existan pueblos misérrimos junto a fincas enormes semiexplotadas. Porque pegada a esa afirmación fácil hay una pregunta complicadísima: ¿,Cuál es el camino que con– duce a remediar esa injusticia? ... Es difícil precisar. ¡di– ficilísimo ! Recientemente, varios obispos cubanos han hablado so– bre este particular: sobre la justicia agraria, sobre la justi– cia dirigida al campo. Y es que allá, en Cuba, tienen planteado el problema en forma aguda. Desde los tiempos coloniales la isla ha venido siendo posesión de unas docenas de familias. Las grandes plantaciones de azúcar y la pequeña industria han pasado de padres a hijos en un círculo diminuto e infranqueable. Y mientras, millones de cubanos secularmente han vivido de las sobras de lo que esos potentados les dejaban. Evidentemente, ese estado de cosas no podía seguir así eternamente. Y surgió la aventura arriesgada-y equivocada-de Fid-::1 Castro. Pero dejando a un lado el caso concretísimo de Cuba, cabe la pregunta: el monopolio de extensiones inmensas por unos pocos-en muchas partes del mundo--, ¿no está pidien– do a gritos una justa distribución de las riquezas de la tierra? Le escribo a usted estas notas bajo el epígrafe "Por esos

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