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lbí lico? Sería absurdo pensarlo. ¡ Hay que ver cómo presumen ellos de católicos! Para la losa sepulcral de cualquier castellano viejo cabe la inscripción: "No robó, no mató, y fué católico." ¿Qué más se puede pedir? ... ¿Qué más se puede pedir? Pues sí, se puede pedir más. Porque está muy bien ese gesto de cruzado de la fe. Está perfectamente bien que un hombre se sienta medularmente católico. Simpre que se haya entendido con plena compren– sión lo que significa ser católico, todo está de maravilla. Lo malo es que al catolicismo de nuestros aldeanos se le pue– den oponer, como banderillas, admiraciones que escuecen. Ahí están, por ejemplo, los "cumplimientos pascuales". Y las posturas en la iglesia. Y las blasfemias en el campo. Y la falta de caridad. Y los odios. Y ... , ¡hay tantas cosas en la, vida religiosa de los hombres del campo que no se entien– den! Porque ellos van a misa todos los domingos, pero con– tinuamente manchan sus labios con blasfemias. Nuestros campesinos parece que están dispuestos siempre a morir por Dios, y luego viven envueltos en odios y rencores. ¿Entonces? ... Pues que hay un error de perspectiva. No se ve al Catolicismo-en el campo-en toda su integridad. El mensaje de Cristo se ve, y se vive, mutilado. Es como si el Evangelio se hubiera perdido y únicamente se recordasen determinadas páginas y episodios del mismo. "Luces y sombras sobre Castilla." Luces y sombras sobre el vivir religioso de Castilla. Es una pena que nuestros cam– pesinos no sepan guardar adecuadamente las distancias en su vivir religioso. ¡ Con el sentido sobrenatural que late en su vivir! Es una lástima que ciertos nubarrones negruzcos y feos no nos permitan ser plenamente optimistas al en– juiciar la religiosidad de esta tierra medular de España. Esperemos que algún día no haya más que luces en el cielo religioso de esta cristianísima tierra de Castilla.

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